Y ya van dos!!!
Dos visitas recientes, con una semana escasa de diferencia. En la primera, Mila y un servidor fuimos un sabado a cenar. Nos gustó mucho y como el domingo de la semana siguiente veniamos a Santander con las fieras decidimos comer aquí también haciendo la reserva sobre la mesa.
Lo primero, mi recuerdo de pequeño cuando salía con mis padres la noche de Reyes. Recuerdo una langosta magnífica, al menos para mi con unos 10 años. A la llegada, te recibe un magnífico expositor con pescado, unos viveros con el marisco vivo y coleando (unas cigalas que te pasas a 150€ kilo, pero señores que cigalas), buena barra, buen servicio, etc.
Ambos eventos han sido de picotear al máximo.
En la primera ocasión nos decantamos por ostras, una docena para ir haciendo hambre; una ensalada mixta más que correcta; una ración de camarón que nos trajeron a la mesa salpicando agua de lo vivo que estaba y finalmente una buena ración de zamburiñas. Habíamos pedido también pulpo a la brasa, pero pregutamos si nos lo podrían anular y no hubo problema, estabamos muy llenos.
El servicio, muy correcto. De vieja guardia aunque sea joven. Se agradece muchisimo la atención.
La carta de vinos es extensa, en el tema de burbuja hay cosas interesantes, en esta ocasión nos decantamos por Tattinger. Cumplió correctamente.
Con las niñas, la cosa siguió la misma tónica. Ellas se decantaron por percebes, bastante buenos; unas croquetas caseras de jamón, muy buenas; sacamos el pulpo a la brasa; unos muy correctos esparragos y de nuevo, zamburiñas. Mila se decantó por merluza a la romana y yo por cocochas al pil pil.
Ojo navegantes, las raciones de merluza y de cocochas eran inmensas. Las pequeñas, comieron unas ricas bolas de helado; yo probe la tarta de queso pero no te llevará a ningún extasis la verdad, muy flojita.
¿Qué si vamos a voler? Una y mil veces!!! Cuando nos apetezca comer marisco, tenemos muy claro cual va a ser nuestro sitio de refencia en Santander!!