Un local capaz de servir asados, menús, bocadillos, platos combinados y hasta perritos calientes y donner kebab .... Está sólo a falta de pizzas y pollos asados para llevar y así tener todos los frentes cubiertos.

Unas mesas en el exterior para fumadores y resistentes al calor en verano y frio en invierno. Un local cuyo interior tiene una larga barra con mesas ocupando las esquinas que forman el irregular local que hace chaflán. Mesas de terraza, mantel de papel, copas muy básicas.
Servicio tan amable como con dificultades en el idioma de los 3 allí presentes; arriesgando diría que de origen rumano por el acento; muy serviciales y trabajadores aunque no había mucha gente comiendo, casi todos jóvenes ya que el precio anunciado en la puerta para el menú, despierta interés.

Tres para comer, colocados en una esquina nada más entrar acabamos pasando calor. Nos traen unas aceitunas por cortesía de la casa. Para beber un agua con gas de Aqua Bona Singulair, una clarita y ante la perspectiva comprobada de vinos tintos por copas (Comportillo, Abadia Mantrús y poco más) pregunto por cervezas y me asombra encontrar opciones de cerveza polaca, rumana aparte de la concesionaria del local. Opto por una rumana llamada Ursus, de medio litro, servida fría y en una buena copa sacada del congelador.
Un pan demasiado poco cocido para un buen aceite: Mueloliva en irrellenable como manda la ley.

Pedimos unas croquetas de jamón, buena ración con demasiada bechamel, pero bien fritas y con lechuga de compañía. También un plato de verduras asadas (por aquello de asador eres) que al final no vinieron.

Decidimos hacer de todo en la comida, sin ponernos pegas de mesa compeleta. Uno de menú que, de los varios que había, se eligió el de kebab de pollo bien de tamaño, bien de sabor con salsa aparte para dosificar, acompañado de buenas y abundantes patatas fritas, bien fritas (y la clarita se incluyó en el precio del mismo: 5€).
La otra opción fue la paella de marisco (presente en el menú del día) en buena ración, se enfrió rápido (debía proceder de paella ya hacía tiempo terminada) pero aún así más que aceptable.
Por mi parte, me fuí a por el motivo de la visita: probar algo de asado. Menos opciones en carta de lo que debería tener un asador y es que parece que ha perdido en este terreno para abrir el campo a la globalización de la cocina. Un asado de vacío de ternera, sin preguntar el punto, acabó llegando algo pasado del mismo que empeoró una aceptable carne con un corte irregular. Unas patatas fritas hechas en tacos redondos (muchos son los sitios que la compañía de patatas y verduras es la misma para todo segundo plato sea carne o pescado) y un pimiento verde asado, todo ello bien presentado.

Para el postre se ofreció a falta de fruta fresca y no aceptar las elaboraciones caseras de tarta de chocolate o tarta de miel, un helado que resultó ser un trozo de contessa, cuyo nombre desconocía el camarero. Un café solo descafeinado regular de sabor finalizó la comida.