Los chicos de BENTLEY’S han abierto hace unos meses una sucursal en la calle Preciados, casi en la Plaza de Callao. Ya probamos sus hamburguesas en el primer restaurante que abrieron al lado de la Puerta de Alcalá y nos gustaron mucho, así que fuimos a probar éste a ver qué tal. El negocio era un antiguo bar gallego, un local un tanto estrecho pero con bastante fondo, unas veinte mesas en la planta de calle y otras tantas en el sótano. Como el sitio estaba en buenas condiciones en la reforma no se han complicado mucho la vida. Donde antes había redes de pesca y conchas de moluscos decorando las paredes, ahora hay fotos en blanco y negro con motivos típicos de los “burguers” americanos, una manita de pintura y “a correr”.

Además tienen una terracita urbana muy agradable, pues este tramo de calle es totalmente peatonal, y está animadísimo de gente andando de acá para allá haciendo compras en los numerosos negocios de la zona. Como en la casa madre, las hamburguesas se piden al peso, hay desde 200 gr., suficiente para una persona normal, hasta 1Kg., con la que tu foto pasa directamente al “Hall of fame” del lugar, pues pocos elegidos han logrado acabársela. La oferta se completa con alguna entrada (nuggets, nachos, aros de cebolla, etc.) y varios postres hipercalóricos (brownies, helados y similar). Tres personas pedimos unos aros de cebolla a compartir y una hamburguesas “pequeña” para cada uno. Los aros de cebolla no estaban mal, pero los recordaba mejores y más crujientes en el otro local, éstos estaban un poco blandos y con exceso de aceite. Sin embargo las hamburguesas siguen estando soberbias, la carne de buena calidad, sabrosísima y al punto solicitado (churruscada por fuera y rosadita en el interior), vinieron acompañadas de unas patatas fritas caseras, también bastante buenas. Va a haber que ir revisando el ranking, porque para mí estas hamburguesas están en el “Top five” de la capital sin ninguna duda. Acabamos bastante satisfechos y dejamos los postres para otro día.

En cuanto al vino sólo tienen un blanco, un tinto y un rosado, embotellados especialmente para la casa por una bodega de Rioja. Como hacía calorcito y nos dijeron que el tinto estaba “a temperatura ambiente” (o sea caliente), pedimos una botella de blanco, que resultó ser un “viura” bastante decente, mucho mejor de lo que nos esperábamos. Servicio muy atento, bastante mejor que en el otro local, donde andan un poco despistados. Pagamos 52 euros (no llegó a 20 por persona), que nos parece un precio excelente para comerte una hamburguesa de calidad con tu vinito en una terracita sin coches, en el “puritito” centro de la capital. Sin duda volveremos y lo recomendaremos.