Como el nombre de esos sorprendentes vinos del Empordá catalán, de experiencia excepcional, podríamos calificar la posibilidad de maridar algunos cockteles con algunas comidas. No puedo valorar la comida del restaurante, pq no vi la carta, ni probé ningún menú degustación, pero si pude observar como el servicio y la peculiaridad del restaurante( speakeasy) , brillaban a gran altura. Con toque clásicos, pero tremendamente sorprendente y peculiar el lugar, merece una visita, no sé si para comer o probar su aparentemente excelente bodega, pero si para conocer el lugar y sentir sus maridajes. Algunos excepcionales como el la ginebra con washabi y el atún con tempura ( texturas, aromas y continuidad entre ambos, el cocktel es durísimo sólo, pero resulta delicado , potente y armónico al probarlo con atún. También genial el carpaccio cerdo-ternera-pollo con ginebra-manzana y martini, tan impactante, como equilibrado y compacto en conjunto. Sorpresa con la planta carnívora, sishuan y vinagreta de lubina. No perderse la gelatina de café. Todo un placer en definitiva, algo novedoso para mi , todo un privilegio por su peculiaridad, aq con el cochinillo (de excelente cocción y no tan buen sabor), añoraramos un gran tinto.

Restaurante fashion ubicado en la trasera del conocido local de copas, que hay que atravesar para llegar a la sala.
Decorado con exposición de botellas, muy moderno. Le debieron pagar mucho al decorador, y eso se nota en el precio de los platos y de los vinos.
A pesar del precio la comida es buena, fantásticos los huevos poaché con patatas y trufa.
Bebimos un gran Raimat 4 varietales 1994.