Varios factores han coincidido un mismo día y, quizá por ello, la experiencia ha resultado algo desconcertante. Primero: comida en ruta de regreso de Girona a Ondara. Hay que entrar en Valencia a dejar un pasajero y, vista la hora que se ha hecho, decidimos comer en la ciudad. Se trata de picar algo rápido y, por supuesto, sin beber, pues hay que conducir después y, además, la pasada noche ya bebimos bastante y muy bien, por cierto. Segunda: El Valencia CF ha jugado su partido de liga esa misma mañana y, teniendo en cuenta la cercanía del bar al campo de Mestalla, no es raro que muchos aficionados se hayan pasado por el allí antes del partido a "esmorzar" o "fer-se la picaeta". Muchos de los platos sugeridos en la pizarra no les quedan. Tercero: el aforo del salón está prácticamente al completo motivado principalmente por una celebración familiar con más de veinte comensales que, todo sea dicho, se han comportado ejemplarmente y no han interferido para nada en los demás. ¿Consecuencias? La ya nombrada la falta de platos, incluso bebidas (se han acabado las cocacolas, las pepsis...) y cierta lentitud en el servicio de platos reconociendo, eso sí, la buena voluntad por parte de quien nos ha atendido.
Una vez hecha esta apreciación inevitable, os cuento que nuestra comanda ha sido:
- Ensalada de bonito y anchoas: No hay lechuga ni similar. La cama o lecho es un picadillo de cebolla tierna y guindillas encurtidas sobre la que descansan los tomatitos cherri, los lomos del bonito en conserva y las anchoas. Potente esa base que requiere del pan como complemento cuasi imprescindible. Comentar que nuestra idea era que saliese como primer plato y, justamente, salió el último. Mecachis.
- Tabla con jamón de bellota, queso y cecina: Buen producto destacando especialmente el queso. Más pan que cae.
- Patatas vermut: Cantadas por el servicio como "bravas" resultan no serlo. Por mi parte encantado: mucho mejores estas. Patatas cortadas a tacos, con su propia piel, y aliñadas abundantemente con sal volcánica y una ajonesa casera repleta de personalidad. Deliciosas. Más pan "a la saca" para rebañar esa especie de allioli.
- Chistorra: Nuevamente destacable la potencia e intensidad del plato. Desconozco la procedencia del embutido, pero muy cañero.
- Cocas con titaina: La titaina es un plato típico del barrio del Cabañal de la ciudad de Valencia. Es una especie de sofrito hecho con tomate, pimiento rojo asado, piñón, ajo y ventresca de atún salada (tonyina de sorra) (wikipedia dixit). Buena la masa de las cocas con un punto intermedio entre la esponjosidad y el crujiente.
-Buñuelos de bacalao: Sabrosos, extremadamente sabrosos, aunque un tanto prietos en exceso, a mi gusto. Me encanta la esponjosidad en este plato.
Una niña que nos acompañaba ha tomado un buen arroz de pollo y conejo y se han pedido, además, dos tiramisús para dos de las comensales.
Comentar que nos hemos quedado con ganas de probar la famosa ensaladilla, los boquerones rebozados fritos, el sepionet a la plancha, los mejillones... pero, lamentablemente, no les quedaba nada de eso. Como he comentado al principio no hemos tomado vino, sólo agua, refrescos y cerveza, pero me atrevo a puntuar el servicio del vino vista la interesante estantería de vinos que recubre una de las paredes del salón. Todo ello me obliga inevitablemente a volver bajo unas condiciones más favorables y con todo el tiempo del mundo para poder disfrutar del lugar y del famoso Paco.