Hace algunos años estuvimos en este restaurante slow food Km 0, dirigido por el chef Jordi Casas y habíamos guardado un excelente recuerdo. Se encuentra situado en el Call, antiguo barrio judio de Barcelona, junto a la Pl Sant Jaume. En las paredes del restaurante pueden verse los muros del Call, su decoración es bastante minimalista y agradable.
Fuimos a cenar el día 30 de diciembre y menos mal que habíamos reservado pues el restaurante estaba hasta los topes. Si habíamos guardado un buen recuerdo este se desvaneció rápidamente debido a un servicio casi inexistente. Dos camareras, totalmente desbordadas se repartían una veintena de mesas y en la cocina a la vista solo habían 2 cocineras. El chef estaba ausente. No se si era un día de descanso del personal pero era un poco el "sálvese quien pueda".
Sin grandes expectativas y con una carta un poco mermada en platos, pedimos para empezar, MC unaalcachofa del Prat con jamón ibérico que estaba bien preparada y buena. Yo tomé una ración de pulpo a la gallegaque sin tirar cohetes, no estaba mal.
A continuación, MC tomó unos canelones Allium el relleno era de buena calidad y estaba bueno pero la bechamel estaba rígida(demasiado queso en la preparación y demasiado hecho). Yo pedí unas kokochas, pil pil, butifarra negra y "mongetes" de Santa Pau que estaban buenas.
Finalizamos la cena con 2 buenos cafés. La regamos con una cerveza artesanal catalana Almogaver, muy agradable, encontramos que tenia cierta similitud con la cerveza belga Leffe y una botella de agua de 1/2 l.
Pagamos 29,50 €/persona. RCP normal. Es un restaurante con buen producto pero al que hay que ir evidentemente cuando el Chef esté en la cocina y todos los camareros estén de servicio. Tal vez probaremos suerte una próxima vez a ver si recuperamos el recuerdo de nuestra primera visita.