“Entrecepas” es el sugerente nombre de este restaurante que visitamos una fría noche otoñal como colofón a una jornada de enoturismo por el Bierzo. El local se halla en el centro de Astorga y cuenta en la planta baja con un bar de vinos y tapas, que a partir de cierta hora se transforma en un pub de copas. El restaurante se ubica en el piso de arriba y a pesar de que habíamos llamado para reservar nos lo encontramos cerrado a nuestra llegada. Tras preguntar a uno de los camareros, nos aclara que al ser esa noche los únicos clientes estaban esperando a que llegáramos para abrirlo. Deduzco que en esta época del año no andan especialmente sobrados de clientela, pero esa política de apertura del negocio me parece que a la larga en poco les favorece.
Nos acompañan al comedor, un acogedor espacio de líneas clásicas, bien iluminado, de tonos cálidos y con la madera como elemento principal tanto en suelo como paredes. Las mesas están perfectamente vestidas, con buena vajilla y excelente coperío. En su carta tiene especial protagonismo el producto leonés, lo cual es un punto a su favor. Como no teníamos mucha hambre (al mediodía le habíamos dado al botillo a base de bien) decidimos pedir un único entrante para compartir entre dos parejas y que resultó ser una Ensalada de canónigos con queso de cabra y frutos secos. Se trataba de un gran plato lleno de lechugas diversas acompañado de tomates cherris, frutos secos y rulo de queso de cabra a la plancha. No hay que negar que supuso un buen aporte de vitaminas y sales minerales, pero prácticamente sin valor culinario alguno.
De segundos cada uno eligió uno distinto, que en mi caso fue Bacalao a baja temperatura con…. (no recuerdo ahora el nombre). El plato consistía en una buena ración de bacalao desalado servida en cazuela de barro y cocinada con una salsa de pimentón que estaba excesivamente aceitosa. Aún así me gustó y no sobró nada. Los demás eligieron lo siguiente:
- Pulpo braseado con crema de patata: muy bien elaborado, con los tiempos justos de cocción y de paso por plancha. Me lo dieron a probar y me gustó.
- Bacalao con puré de calabaza y emulsión de piquillo: no lo probé, pero quien si lo hizo comentó que estaba correcto.
- Steak Tartar: la carne estaba deficientemente cortada y los aderezos desajustados en las proporciones. No se puede estar elaborando el plato mientras se aburre a los clientes contándoles tu vida. El camarero iba de sobrado y al final el steak salió como salió (le sobraba medio tarro de pimienta).
Para los postres ya no había hambre, así que pedimos una única ración para compartir y que fue una Bomba de mouse de café con helado de crema de leche, acertada elección que nos dejó a todos satisfechos.
El apartado del vino es uno de los puntos fuertes del restaurante. Cuentan con una carta muy correcta, si bien se hecha en falta un mayor protagonismo de los vinos locales, que tienen un peso similar a Ribera de Duero y Rioja . Las copas son de excelente calidad y el vino se sirve correctamente. Tomamos de inicio una copa de Godeval (2,5€) y después una botella de Villa de Corullón 2008 (43€).
En días sin clientela, como fue el caso, todo el servicio del restaurante parece que recae en una única persona, que se ocupó de tomarnos nota de la comida, nos la sirvió, llevó el tema del vino y nos cobró, todo ello con mucha amabilidad, pero sin profesionalidad ninguna. Me gusta el trato cercano, pero la familiaridad excesiva puede llegar a ser muy pesada.
Está claro que no te hacen mucha gracia los camareros que van de amiguetes ;-)
Saludos!
Ando bastante mal de tiempo y de ahí el retraso (a ver cuando cuelgo otros tres que tengo de octubre). Como suele ser habitual en la cocina actual el nombre del plato de bacalao era mucho más rimbombante. Poner bacalao en salsa de pimentón es mucho más explicativo, pero no tiene glamour ninguno, así que optan por otro tipo de enunciados. ¡Qué te voy a contar yo a ti de ese mundo que no conozcas!
Me gusta el trato cercano, pero es que este camarero era demasiado pesado. Cada vez que se acercaba a traer un plato entraba en la conversación y al principio resultaba gracioso, pero llegó un momento en el que ya sólo le respondíamos con monosílabos para no darle pie a que se quedara más tiempo dándonos la tabarra. Detrás de una barra de bar igual si que tenía buen encaje.
Eso creo yo, si no se tiene buena mano se nota. Este que nos atendió mano no tenía, pero lengua ni te cuento. Mientras preparaba el steak le daba al palique que no veas y llegué a pensar que le tenía el punto cogido, pero cuando lo probamos vimos que estaba pasado de pimienta. Por cierto, nos cobraron 24€, un precio que bien merece un poco de esmero por parte de quien lo prepara.
Como enamorado del Steak habría llevado fatal ese estrepitoso fallo en el plato por desatención en su elaboración y encima yendo de listo...
Eso fue lo peor. Iba de sobrado y al final pasó lo que tenía que pasar. De todas formas, fieles a nuestra costumbre, el plato quedó limpio, así que el tío pensaría que lo había bordado.
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