Restaurante Trattoria Antiche Carampane en Venecia
Restaurante Trattoria Antiche Carampane
País:
Italia
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
70,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos y lunes
Nota de cata PRECIO MEDIO:
70 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Trattoria Antiche Carampane
OPINIONES
1

Tercer restaurante nocturno de Venecia en este viaje. Recuperada un poco la confianza, a la vista del restaurante en el que estuvimos en la noche previa, llega lo primero de todo en esta ciudad: encontrar el susodicho.

Ubicación y entorno: Y encontrarlo no es fácil. En pleno centro del Barrio San Polo, a 10 minutos del Campo San Polo, escondido entre mil callejuelas estrechas. Sin duda, el que más nos ha costado hallar. Para ir de noche, bastante chungo; hay que armarse de una enorme paciencia y preguntar bastante, que los venecianos suelen atenderte con amabilidad.

Entorno exterior irrelevante, salvo un cártel que hay en la entrada de “no Menú turístico, no Pizza, no Lasagna” (ja, ja.. aúpa ese turisteo). En cuanto al entorno interior, adecuado a lo que es una trattoria, pero un punto más arriba. Entrando, te encuentras prácticamente de frente con la cocina, y dos pequeños saloncitos. Decoración muy aceptable, paredes blancas, techos con vigas de maderas, sus pequeños cuadros en las paredes, relojes -nuevos y antiguos-, lámparas de techo de diseño moderno. Es un sitio limpio y estaba lleno hasta la bandera (unas 60 pax)… Lo cierto es que goza de bastante fama por estos lares, porque todos a los que preguntamos lo conocían.

Mesas bastante juntas -como es habitual en estos sitios- y sillas no del todo cómodas, pero aceptables. Manteles y servilletas de hilo blancos. Cubertería aceptable, algo mejor las copas de vino y los vasos de agua -rojos-, así como también los platos. Todo correcto en términos generales.

Servicio y servicio del vino: Repito, en parte, lo que dije de otro restaurante hace poco. El restaurante estaba de bote en bote y, a pesar de ello, el servicio fue muy bueno. Perfectos en la atención, rapidez en la toma de la comanda y en el servicio. Tiempos adecuados entre platos. Aparte de eso, y ya en lo que se refiere al servicio del vino, tomamos nuevamente dos vinos, ambos blancos de corte más bien seco, que no me desagradaron. La carta de vinos era aceptable, al menos en extensión, pues no puede estudiarla mas que por encima.

También aquí nos cambiaron de copa con cada vino. Excelente servicio por el dueño del restaurante -un tío simpático y profesional-. Buena temperatura de servicio del vino, que se mantuvo bien con la famosa bolsa de plástico con hielos (ice-bag), dentro de que a mí me da siempre la impresión de que se me va a derramar encima (lo cual debe apetecer, con el agua bien fresquita).

Comida: En su conjunto, es un lugar especializado en pescado, tanto en los antipasti, como en los primeros y segundos platos. Los antipasti, del tipo marinados o cocidos. Los primeros, combinados con pasta. Y los segundos pescados a la parrilla. Sobre 7 opciones en cada caso. La comida vino precedida por un pequeño aperitivo consistente en pequeñas gambas (camarones) fritos -suave fritura-, presentados en un cucurucho de papel.

Por mi parte, opte de primero por unas vieiras a la parrilla. Excelentes; tres piezas de buen tamaño, cocción y sabor. Presentadas sobre una base de salsa de zanahoria, tomate y puerro y en el centro como una especie de corona de cebolla frita. Gran combinación. Muy rico. De segundo, una cola de rape -rapito, más bien-, hecha a la parrilla y presentada lisa/lasa. Buen producto, aunque sin la imaginación del primero. Otros platos que vi: un plato desbordado de navajas de tamaño medio, de las cuales probé una y estaba buena y una fritura de pescado abundante y variada (gambas, calamares, verduras, gallo, pescaítos…) y muy bien frita.

Pan de un solo tipo, más los correspondientes grissinis.

El postre: Diversas posibilidades, todas ellas de buena factura. Y al contrario de lo que suele ser habitual en mí, esta vez sí que lo pedí al escuchar unas palabras que, casi siempre, me resultan mágicas: crême brûlee. Rica crema, suave textura, con una capa fina de buen caramelo quemado. Nada que no existiera ya bajo el sol, pero ésta estaba bien hecha. Y, sin duda, era de “fabricación casera”. Todos tomamos postres (sorbetes, alguna tarta, biscottinis venecianos), a lo que se añadieron los consiguientes cafés y un güisqui.

Entre pitos y flautas, incluido todo lo anterior, más las dos botellas de vino y 5 de agua: 70 euros/pax.

¿Recomendable? Sí, pero para ir con mucho tiempo, pensando en que el hambre debe ir generándose mientras se encuentra y no, mientras te pierdes y te vuelves a equivocar. Si uno se decide a buscarlo cuando ya está con la “gusa” puesta, mejor buscar otra opción. Esto es Venecia amigos: maravillosa siempre, pero, en alguna ocasión, extraordinariamente complicada para los foráneos hambrientos.

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