Ni ruido ni nueces

Comida de hermandad gastronómica con menú pactado a 20€ por persona.
Servicio correcto y atento en una mesa para 11 personas, con demasiado ruido para los pocos comensales que allí había.
De entrantes unas almejas a la marinera sin sabor y sin nombre, de concha blanca(?); unas patatas fritas con salsa de queso gamonedo(me extraña pero en fin) correctas nada más; y unos platos de lacón cortado milimétricamente que escondía debajo nuevamente más patatas, insulso también.
De plato principal arroz con bogavante, mucho arroz amarillo, su trocito de bogavante y con un sabor demasiado justito para ser un arroz de marisco.
Para beber, Legaris crianza, suave y fácil de beber sin más, un verdejo en cubitera de cuyo nombre no puedo acordarme y lo mejor, la excelente sidra Trabanco con maquinita expendedora-dosificadora fresca y sabrosa.
De postre tartas variadas y cafés