Guiri por fuera, sardo por dentro… ¿Qué es?

Tras varias desilusiones y pocas satisfacciones, se nos hizo un día la hora de comer paseando por la playa de Isola Rossa. No encontrábamos nada ni que se pareciera a lo que buscábamos.

Caía el sol a plomo, estos italianos comen muy pronto, eran ya casi las 14.30 horas...

Y vimos un sitio en el que por su aspecto jamás hubiéramos entrado.

“Ccc… Codrillus” de nombre. Y el resto en consonancia con el nombre. Ya me dirás...

Como que no atraía nada.

Pero se daban las circunstancias comentadas y... "Oye, qué más da. Esta noche ya cenaremos bien. Para comer entramos aquí que al menos se está fresco y salvamos la papeleta" le dije a mi mujer. "Y además está lleno de gente, es el único que se ve con vida", me contestó.

Y entramos, pensando que lo hacíamos en la boca del lobo.

Ya sentados, relajándonos, dejando de sudar, observamos mejor.

Una casa de una altura en primera línea de playa, con una espaciosa terraza. Entre un gran árbol que había en ella y un tejadillo que se prolongaba desde el edificio, se formaba una sombra magnífica.

Un gran cocodrilo dibujado al fondo preside la terraza. Le acompañan otras pinturas étnicas... Mesas y sillas con manteles y cojines verde y amarillo vivos... No era nuestro ideal de restaurante, desde luego.

Pero curiosamente, dijimos casi a la par: "Oye, pues se está bien aquí".

Nos habían dado una mesa bajo esa magnífica sombra, pegada a un seto que delimitaba el restaurante con la calle contigua al paseo marítimo y entraba una brisilla deliciosa. No sé, algo había además que te hacía sentirte bien. Se respiraba una atmósfera de buen rollo absoluto.

Lo primero que pedimos es... ¿Lo adivinan?... ¡Premio!: un vermentino.

Les dije que me sacaran el mejor que tuvieran que fuera 2012... ¡Cómo estaba!

Fui un segundo al servicio y me fijé que el interior del restaurante estaba realmente cuidado, con la citada decoración "tribal", pero con cierto gusto y gracia y materiales de calidad.

Al salir hacía la mesa, observé que los cuadros, tanto en el interior como en el exterior, no eran precisamente étnicos aunque lo parecían. Me acerqué más y se trataba de unos cuadros realmente pintorescos, todos del mismo estilo. Reflejaban escenas de la vida cotidiana sarda, con una mezcla de costumbrismo, naif, cubismo... ¡Qué curioso y qué bonito!

Llamé a Teresa para que lo viera y quedó tan gratamente sorprendida como yo.

Al comprobar nuestro interés, se acercó a nosotros un amabilísimo italiano que frisaba ya los 60 pero con un brillo de adolescente en los ojos y se presentó como el propietario del restaurante. En un castellano perfecto nos explicó que se trataba de un pintor amigo suyo llamado Tamponi, uno de los pintores contemporáneos más reconocidos de Cerdeña.

Agradecidos por las explicaciones, volvimos a la mesa, seguimos tomando la copa de vermentino y echamos un vistazo a la carta.

Totalmente tradicional en su formato y su contenido. pues eso, ensaladas, pastas, pizzas, referencias típicas de segundo...

¿Qué esperábamos?

Pedimos y mientras tanto nos sacaron la típica panera de Cerdeña con rebanadas de pan, colines alargados y el pan sardo que hasta entonces no nos había dicho nada: como unas obleas más gruesas y cocidas de lo normal. El de Coc… Codrillus estaba de muerte. Qué delicia tomar un traguito de vermentino y un mordisco de esas crujientes y sabrosas obleas.

Tomamos para compartiresvivir:

Antipasti dil giorno. Mix de raciones pequeñitas de pescados del día, como su nombre indica. El día de autos llevaban pez espada cortado muy fino como adobado en limón, rape alangostado, gambas peladas y cocidas con apio y calamares a la romana (ahora que caigo… “a la romana”… Roma, como Cerdeña, está en Italia… ¿eh que sí? Es que soy rubio… ). Todo delicioso.

Linguine al pesto e scampi. La mejor pasta que probé en mi estancia en la isla: los linguine, sabrosos, finos, resbalzadizos al paladar; y el pesto, una locura de sabor, daba una grata sensación de frescura y naturalidad. La albahaca parecía recién machacada. Y si ya le añadías unas cigalitas de playa...

Tagliato di manzo. Una buena pieza de solomillo vacuno sellada por fuera, jugosa y sápida en su interior, poco hecho, marcados los cortes y con rúcula y tomate frescos por encima.

Pecorino alla griglia. No era sino una cortada gruesa de queso pecorino que ponen a la brasa y cuando se hace una costra por ambos lados lo sacan, le espolvorean orégano y menta y vierten encima una cucharada de miel amargosa, sirviéndolo templado. Al ser tan gruesa la rebanada no llega a fundirse, manteniendo su prestancia y logrando un tacto sublime. Una delicatessen.

Mientras comíamos, la música que nos había parecido friki, comenzó a embriagarnos. Alguna mesa de italianos tatareaba las canciones incluso moviendo levemente sus cuerpos al son de las baladas. Más tarde, sólo más tarde, nos enteramos que eran dos cantantes sardos: Marino de Rosas y Piero Marras.

Los postres… no había mucho que pensar, pues dentro del restaurante había una heladería artesanal con acceso también desde la calle. Y hacían unos helados para morirse. El gelato de menta choco, como llamaban ahí al after eight era bueno de verdad. También te agasajaban a veces con un chupito de helado de limón sobre el vertían un chorrito de mirto, un licor sardo.

Disfrutamos pues de una cocina sencilla pero honesta, cautivadora, adictiva. Tal fue así que volvimos tres veces más y degustamos sus pizzas, pescados, otras pastas… Nos encontrábamos como en casa. Nos saludaba con cariño el matrimonio de propietarios (la donna, un encanto, también es pintora amateur y sus bellos cuadros se alternaban en zonas con los de Tamponi).

En cuanto al tema vinos, tenían poquitas cosas pero muy interesantes, entre ellas un Vermentino di Gallura espléndido, Funtanaliras 2012. Correctas copas y perfecta temperatura.

Una muestra más de que “las apariencias engañan”. Lo que nos había parecido una horterada para guiris, resultó ser un restaurante auténtico sardo, con cocinero sardo, propietarios sardos, música sarda, cuadros sardos… y comida sarda auténtica.

El último día no nos pudimos resistir y le preguntamos al propietario si era consciente de lo contradictorio de esa imagen externa con la realidad del negocio y contestó que sí, que sabía que mucha gente no entraba, pero que él era así, que llevaba ahí ¡45 años! y que seguía siendo un soñador…

Pues… ¡no cambies mio amico!

  1. #21

    G-M.

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    Por piñones que sí.

  2. #22

    Joseangel

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    Vaya, menudo control que tienes del norte de Burgos: Bureba, Montes Obarenes, Merindades... Ni los que viven por aquí lo tienen. Cerdeña debe ser una isla espectacular, que seguro que me encantaría. A ver si algún día........ (pero son ya tantos los sitios donde quiero ir).

  3. #23

    G-M.

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    Jaja
    Si, soy descendiente por linea paterna de Zangandez (a 11 km de Oña y 9 de Frías)
    ¿Conoces la zona?

  4. #24

    Joseangel

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    Dígamos que algo sí. Soy aficionado a la montaña y he subido algunos de los montes de la zona, como el Humión y prácticamente todos los que hay en la línea de montes que va de Pancorbo al portillo de Busto, que me parece que es así como se llama el alto que hay entre Cascajares y el pueblo de tu padre. Montes preciosos, la verdad, y apenas frecuentados. Me falta el monte posiblemente más emblemático de toda la zona: la Mesa de Oña. Lo vas dejando, pasan los años y al final te quedas sin subirlo. Quizá esta otoño ¿quién sabe?

  5. #25

    G-M.

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    Jaja, yo he estado en La Mesa de Oña, en el Pico Humión, en La Verdina, La Herradura (nacimiento del río Molinar, un sitio muy chulo), en El Castillo de La Aldea... En todos.

    Imagínate, un mes al año ahí veraneando desde que tengo uso de razón...

    Me ha parecido entender que te gustan los árboles. En ese caso no te pierdas el hayal que hay bajo El Castillo de La Aldea.

    Y un poco más allá, pasando Oña, en Panizares, hay un secretillo... un bosquecillo de tejos milenarios recóndito y casi ignoto...

    Saludos.

    P.D.: Sí, así se llama, El Portillo de Busto (1.003 m)

  6. #26

    Joseangel

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    Aparte de montañero, soy naturalista aficionado, de ahí que tenga algún conocimiento sobre la Flora, pero digamos que de lo que más controlo sería de fauna. En esa comarca burgalesa, sobre todo Pancorbo y alrededores y el área de Sobrón, he pasado muchas horas de observación, participando también en algún trabajo de investigación faunística.

    No conocía ninguno de esos dos enclaves que mencionas, pero los tendré en cuenta por si alguna vuelvo por la zona. Si me animo ya te pediré información más precisa para poder visitarlos. Un saludo.

  7. #27

    G-M.

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    Jose Angel, pues ya que te pillo....

    De chavales un día de excursión por la carretera que sube de Oña a Penches (transcurre un riachuelo al lado) vimos un animal que se nos escapó que luego estuvimos mirando y al único que se parece algo es al ornitorrinco (es imposible, no existe aquí). ¿Sabes de algún animal de la zona con el que nos pudiéramos confundir?

  8. #28

    Joseangel

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    ¿Ornitorrinco? Que vacilón eres. Sería una nutria. En esa zona de Burgos las hay o al menos las había cuando yo andaba por la zona.

  9. #29

    G-M.

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    Ornitorrinco sé que no, no vacilo, pues soy consciente de que no es una especie europea pero

    Nutria no se yo... tenía las patas como de pato, de color vivo (amarillo, naranja o así) con la membrana... Un bicho raro de verdad

  10. #30

    Joseangel

    en respuesta a G-M.
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    Al igual que los patos, las nutrias tienen las patas palmeadas como una adaptación al medio acuático, pero no las tienen de color vivo. La única explicación sería que las llevara manchadas de alguna materia colorante (sangre, arcilla...). No puede ser ningún otro animal, eso seguro. De todas formas no cuentes por ahí lo que viste, que si se entera Iker Jiménez te veo en IV Milenio.

  11. #31

    G-M.

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    Ja ja
    Alguien del pueblo, algún anciano, cuando lo contamos sí nos dio un nombre que no recuerdo, muy raro, tipo magradeña o similar... No tío, eran patas de pato.

  12. #32

    kopicki

    Suele pasar cuando sales fuera que las apariencias engañan. Si señor Vermentino.

  13. #33

    G-M.

    en respuesta a kopicki
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    Vermentino? Dónde? Dónde? Dime! Dime!

  14. #34

    oscar4435

    Ya me has creado un ansia con el vermentino.

  15. #35

    G-M.

    en respuesta a oscar4435
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    Pues cuando vengas pa Valencia descorchamos una botellita, que alguna ya me he traído...

  16. #36

    oscar4435

    en respuesta a G-M.
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    hechorrrr.

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