A orillas del mar

Local que pasa bastante desapercibido pues se accede a él por un caminito poco transitado (sólo lo usan los residentes en la urbanización que hay justo al lado del restaurante) que une la carretera de las marinas con la playa. Terraza amplia con vistas inmejorables sobre la playa y parte del golfo de Valencia: ideal para tomar algo al atardecer y cenar. Molbiliario práctico y funcional y detalles bonitos como las velas sobre la mesa, la música ambiental, etc... Buenas vibraciones desde el primer momento.

Carta de corte puramente mediterraneo compuesta por tapas principalmente "del mar", carnes, pescados y arroces que no llegué a ojear pues íbamos a cenar y esa opción nunca la contemplamos por la noche. Me arriesgo a decir que, una vez comprobado el nivel de la cocina, los arroces seguramente sean buenos también. Tras la enumeración de platos de la carta convencional vienen una serie de menús que tampoco llegué a mirar. Pedimos:

- Pulpo a la brasa: Varias patas de éste con un sabor muy pero que muy rico. Aunque resultaba un poco terso en la boca, su sabor compensaba. Buen inicio.

- Gamba de Dénia mediana a la plancha (6 x 3,00 €): El precio me parece "razonable" estando en verano y en un restaurante; poco que decir: sabor excelso, punto conseguido... Producto.

Segundos:

- Yo tomé atún a la plancha: Ración de tamaño considerable (más bien filete gordo que taco) apenas marcado (así lo pedí) y de frescura considerable (aún siendo refrigerado como me comentaron antes de servirlo - buen detalle). Guarnición cuantiosa con rodajas de berenjena, calabacín, pimiento, patatas... Sirvieron tres cuenquitos con mostaza dijon, picadillo de pimientos y otra cremita de washabi. Pedí aceite de oliva y, sinceramente, me puse las botas!

Mi acompañante pidió solomillo de ternera y tanto éste como la guarnición muy ricas también.

Tomamos 2 cañas antes, una botella de Avan Nacimiento, dos cafés, un GT de G-Vine y un mojito. La carta de vinos está bien surtida tratándose de un restaurante "de playa" y a precios razonables.

Concluyendo: una velada muy agradable por la conjunción de varios pequeños detalles: un buen entorno, un servicio atento y profesional, una comida sencilla pero rica y, si me apuran, hasta una noche fantástica metereológicamente hablando.