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Hotel muy moderno y funcional situado estratégiacamente en la ciudad de Oporto.

Habitaciones algo claustrofóbicas, acentuadas porque las ventanas principales dan a una galeria interior y además selladas por barrotes, lo que hace que la ventilación natural sea prácticamente imposible. Las habitaciones no son muy grandes aunque están bien equipadas. Lo malo y lo bueno, a la vez, es que el hotel se comunica con un mercado moderno (tipo San Miguel, salvando las distancias) con lo que tienes buena oferta gastronómica sin tener que desplazarte, aunque lleva asociado la falta de tranquilidad cuando ésta es demandada.

No probamos los desayunos (que llevaban un coste de 9,5€) por considerarlos excesivamente caros. No creo que repitiera en caso de volver a Oporto.

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