A mi tampoco me gusta su carácter porque a veces resulta maleducado y en

A mi tampoco me gusta su carácter porque a veces resulta maleducado y en ocasiones se comporta como un auténtico crío al cual le daría un par de ostias, pero también valoro su sinceridad y el ser consecuente con lo que piensa.

Como chef no creo que sea ningún bluf porque sino no estaría trabajando en el 37º restaurante más bueno del mundo, es cierto que le falta más base de cocina tradicional y es una desfachatez por su parte el estar siempre criticando los platos de toda la vida ya que su conocimiento es básico para todo buen cocinero y creo que ese es el motivo por el cual a veces falla con los sabores. No se puede menospreciar lo tradicional y hasta los chefs más vanguardistas alaban lo más simple, el mismo gurú de la cocina molecular, Ferrán Adríá, acostumbrado a cocinar con sifones, nitrógeno, jeringas y demás artilugios tiene como plato favorito el simple huevo frito y la tortilla de papas, es por ello que Carlos no debería hablar con ese menosprecio cuando se refiere a lo tradicional.

Ahora bien, en un programa de este tipo si los concursantes sólo cocinaran potajes, guisos y caldos perdería mucho interés porque para eso nos ponemos a ver como cocinan nuestras madres y abuelas y listo. Tampoco podemos negar de Carlos esa originalidad que le hace preparar platos que no están al alcance de todos los cocineros, tiene un talento innato pero mal explotado, es lo que le diferencia del resto y hay que ser tremendamente hábil para sorprender continuamente a un jurado que de cocina entiende un rato largo.

Evidentemente lo que más vende en este tipo de programas es la confrontación y la bulla entre concursantes y los responsables ya se encargarán de que exista esa dosis para enganchar más a la audiencia, si fuera todo un remanso de paz y buen talante sería más aburrido que contar ovejitas por eso concursantes como Carlos, o como Bárbara el año pasado, son hasta necesarios para un reality como Top Chef.

Saludos.