Hola Mara,
Perdona la tardanza en responder a tu comentario, que se debe a motivos análogos a los que exponías en tu anterior post en relación con las complicaciones veraniegas que dificultan el poder hallar un momento de tranquilidad y sosiego.
Por supuesto, tienes toda la razón cuando dices que son dos experiencias no comparables, la tuya del Celler y la nuestra del Bras. Nunca nos han tratado tan mal como allí y el chasco fue mayúsculo, en el sentido olímpico de la palabra, ya que como comento en mi post, era realmente un restaurante muy, muy querido por mí, llevaba muchísimos años siguiendo a Michel y su filosofía naturalista, con el Suquet como gastro destino, del sencillismo pero la belleza en la construcción de los platos, del sabor de los niacs...
Igualmente, mi referencia a Bras iba más encaminada a saber poner en justa perspectiva toda la aparatosidad de las estrellas michelín, de la a veces excesiva vanaglorificación de algunos de estos cocineros o de los títulos estelares tipo "el mejoooooor restaurante del mundo". En su blog gastronómico, Philippe Regol me comentaba, en relación con Bras, que se ha de ir a los restaurantes cuando están en su momento y que el momento de Bras, por ejemplo, era el de la década de los 70s y la de los 80s (ahora es su hijo, Sebastién, quien se ocupa del negocio) y también me comentaba que la Michelín es muy reacia a quitar estrellas a un triestrellado y que en Francia hay tres estrellas que no se mantienen desde hace años.
Gracias por las referencias y aún tengo pendiente de postear mi opinión acerca de Quique Dacosta, que quiero hacer con todo el cariño y buen hacer con el que nos trataron.
Saludos,
Ferran