Primero, felicitarte.., ha sido un verdadero placer leer tu crítica. Escribes realmente bien, tu crónica está muy bien estructurada y el relato es perfecto.
Nosotros acudimos al Celler en 2006, cuando tenía 1 o 2 estrellas, y realmente salimos los dos bastante decepcionados. Muy especialmente con la cocina, que valoramos en su día como buena, por supuesto, pero carente de brillo, de chispa.
Si lo deseas, busca en mi historial por nuestra experiencia en Bras, el restaurante que escogimos para constituirse en epicentro de nuestro corto viaje de bodas. Desde entonces que, la verdad, desatiendo por sistema las valoraciones tipo "el primero del mundo" e incluso las estrellas Michelín, que bien pueden servir como guía, te van a garantizar unos mínimos, por supuesto, pero no una experiencia singular. Porque en Bras, por ejemplo, el personal de sala que nos atendió era claramente insuficiente (atendían a las mesas corriendo arriba y abajo), demasiado joven (parecían ser becarios) e inexperto. Tu crónica también me transmite, por lo menos, algo de esto. Y el detalle de las copas de vino no atendidas, si no lo han sido por pura inexperiencia e incompetencia, que podría ser, da, a mí entender, una aún más penosa sensación de contrato: tú has contratado esto y esto es lo que se te va a dar. Por no obviar el detalle del blanco Viña Tondonia. Aún entendiendo que se les agotara, rápidamente lo tendrían que haber sustituído para garantizar cantidades, porque lo contrario consiste en dar traslado al comensal de un error más de sala. Es sorprendente, por decirlo suave, que en un local así se te venga a decir "te tendrás que conformar con esto...., porque se nos han agotado las existencias" Describes una concatenación de errores y una dejadez en el servicio insoportables. Y no vamos a ir de puristas, pero aparte del dinero (para nosotros un restaurante de este tipo puede caer, como mucho, una vez al año), este tipo de establecimientos deberían ser conscientes de que una visita a su sala suele implicar muchas ilusiones depositadas, expectativas..., y en la mayoría de los casos, incluso un largo viaje. Es decir, que recorras kilómetros y kilómetros para luego encontrarte que te sirven los escasos restos de una botella o que dejan en el olvido, sin más explicaciones, tus peticiones de segundas copas (dejando abierta la lamentable posibilidad, como bien dices, de que todo se trate de una cuestión de dinero no resuelta, es decir, que desconocen si luego estarás dispuesta a pagarlas) pues, sencillamente, no es de recibo y es una descortesía que no se corresponde, ya no con lo que pagas, si no con los esfuerzos previos que tú ya has realizado para visitar su local
Sobre el debate que se ha abierto en los comentarios acerca de tu valoración. Todo es un tema de percepciones, aunque yo también creo que has sido en exceso magnánima y creo que lo has sido porque aún debe faltarte conocer esa experiencia culinaria cumbre, ese "paraíso". Para mí fue el The Fat Duck, ese es para mí, en mi escala, el 10 (dudo mucho, muchísimo, de que allí pudiera producirse un solo error de servicio como los que describes). Situados en restaurantes "estelares", creo que sería capaz en estos momentos de valorar a la baja, por lo menos en términos de cocina, al Celler (visitado, eso sí, en 2006) poniéndolo en relación con la visita que hicimos al Fat Duck en 2011
Saludos,
Ferran