No es que tenga mala suerte. Yo no hubiera vuelto a Salvador ni harto de grifa, pero cuando un cliente se empeña en ir porque guarda muy buen recuerdo del sitio y no atiende a razones... pues hay que ir. Por cierto, salió de allí echando pestes. De hecho fue él quien se quejó al camarero, no yo.
Y si no valoro el entorno es porque maquilla la nota que merece la cocina del restaurante, que al fin y al cabo es lo que a mí me importa. Ya pongo en mi comentario que L'Estany de Cullera es un sitio privilegiado.
Y respecto a la exigencia, va en consonancia con lo que se paga. Tampoco creo que sea mucho pedir que el vino lo sirvan a la temperatura adecuada, no encontrar trozos de tellina en las chipirones o que el arroz sepa a algo. En un chiringuito del montón no exijo lo mismo que en un restaurante que pasa por ser una de las mecas del arroz.