En el Valle de Calderechas

En Terminón, a 4 kilómetros de Oña, en pleno Valle de Calderechas.

Se trata de un gran y sólido edificio centenario, perfectamente reconstruido, manteniendo su "aire" original.

La rehabilitación también fue re-estructuración, pues muy inteligentemente lo han partido en tres apartamentos: el de abajo (en el que viven los propietarios; el de en medio (donde estuvios); y el de arriba. Estos dos últimos, no sé muy bien cómo pero parece que ambos ocupan la segunda y tercera planta.

Así pues, estamos hablando de tres plantas, pero no han perdido ni un metro comunicándolas, pues su acceso es mediante una escalera de forja de caracol externa. Muy hábil la jugada.

Como digo, nosotros fuimos al apartamento de en medio que a su vez consta de dos plantas: una de ellas, en la que está la entrada, tiene una gran cocina-salón-comedor y un baño; y la de arriba, tres habitaciones y otro baño.

Las habitaciones son amplias, desahogadas, dobles y abuhardilladas. Muy bien. El único pero es que los armarios están en la parte donde el techo está más bajo, por lo que hay que agacharse para maniobrar en ellos.

Todo está casi "a estrenar", con mimo y buen gusto.

La cocina perfectamente equipada, el salón con buenos sofás y tv plana, los baños bonitos y la ducha con cabina, un poco pequeña ésta.

Atrás tiene un jardín que comparten los tres apartamentos, con un cenador, una barbacoa... Da a un huerto al fondo y a la derecha, junto al aparcamiento, los dueños están construyendo una panadería artesanal (como hagan todo como los bizcochos con los que nos obsequiaron, van a triunfar sonoramente).

Desde la escalera, en el acceso a nuestro apartamento, se divisa gozosamente el citado Valle de Calderechas (famoso por sus frutales, en especial los cerezos) y las estribaciones de los Montes Obarenes, que arrancan ahí mismo, con la Mesa de Oña omnipresente.

Estuvimos francamente a gusto. Eduardo, el propietario, es un tipo encantador, de los que ayuda, siempre está ahí, pero nunca molesta.

Sabe hacerlo.