Uno de los templos de la parrilla en Gipuzkoa

Situado en la falda sur del monte Jaizkibel, el Restaurante Patxiku-Enea lleva 45 años dando de comer a quienes buscan producto excelso de brasa, bien tratado e igualmente presentado. Se trata por tanto de una versión refinada del clásico asador gipuzkoano, donde su oferta va más allá del sota-caballo-rey habitual (ensalada, piquillos, txuletón) y cuyo nivel raya a gran altura por lo que hemos podido degustar. Aprovechando que era el cumpleaños de un servidor, quisimos probar su apetitoso menú degustación (50€ sin bebidas, café e IVA incl.) de gran RCP. Obviando su clásica bodega y como de costumbre en menú cerrado solicitamos llevar una botella de vino especial (Castillo Ygay GR 1987), petición que Aitor Manterola (propietario que tomó telefónicamente nuestra reserva) aceptó sin objeción ni tonos displicentes, algo que siempre agradecemos y una muestra de profesionalidad.

Día de nieve en los montes circundantes y al llegar al bonito caserón de piedra nos acomodan en el comedor rústico del fondo (poseen tres), muy acogedor (Tª de sala perfecta) y con luz ligeramente tenue, lo que para mi es un plus de confort. Comedor lleno y bastante silencioso a pesar de tener una mesa grande familiar al lado (niña de apenas 1 año incluida), para que luego digan que la educación no es placentera. Jefa de sala y camarera jóven que nos acompaña a la mesa (a quien ya conocíamos de su anterior trabajo) encantadoras.

A partir de aquí, salvo un pequeño punto negro que comentaré al final, un disfrute total. Paso a relataros lo comido y bebido:

- Aperitivo de la casa: Una crema de verduras con picatostes ideal para templar el cuerpo y prepararlo para el resto del menú. Sabrosa y fina, impecable comienzo.

- Ensalada de ventresca: Bouquet de lechuga al que acompañaban unos excelsos lomos de ventresca en conserva y una original quenelle de cebolla y tomate en daditos, con un exquisito marinado que me recordó al pesto rojo. Decoración con unas gotas de gazpacho y aceite de perejil, fantástica mezcla de sabores con un toque moderno.

- Hongos salteados con falso huevo: Maravillosa versión del clásico revuelto, sustituyendo la clara por una crema de patata trufada que era para hacerles la ola. Debajo, unos hongos melosos y coronando la yema, escamas de sal volcánica (alguna menos y sería de matrícula).

- Pincho de pulpo a la parrilla: Presentado sobre una cama de puré de patata y en el fondo, aceite de pimentón picante. Sin duda alguna, la forma más apetitosa de comer el pulpo (a la parrilla). Yo hubiese preferido el pimentón dulce (manías personales), pero el plato estaba perfecto.

- Merluza del Cantábrico: Mayor ración que el resto (como corresponde a un plato principal), vino acompañada de unas hojas de lechuga y coronando la merluza unos ajetes crujientes. El lomo de la merluza jugoso y la salsa deliciosa, un poquillo más y hubiera aprovechado una de mis aficiones: ¡¡mojar pan!!

- La chuleta de Patxikuenea: La estrella de la casa no defraudó. Ya nos había maravillado en casa (compramos en Guikar algunas piezas para Navidad) y la parrilla profesional la dejó perfecta: pura mantequilla, jugosa, sin hebras… un auténtico espectáculo. Mención especial Cum Laude a las patatas de acompañamiento, probablemente las mejores que recuerdo haber probado en un restaurante: sabor intenso, punto perfecto de tamaño y fritura (ligeramente cocidas por dentro) y todo un plato lleno de ellas. ¡Bravo!

- Yogur casero con fruta asada: Remate glorioso al menú con un yogur griego que era pura gula. Infusión de arándanos en el fondo y mango, frutas del bosque y tierra de bizcocho coronándolo. Una manera sana y sabrosísima de sustituir el azúcar, y de paso aligerar toda la comida. Ovación cerrada.

- Remate con un par de buenos cafés y chupito de hierbas (2,95€) para la socia.

Buenas chapatas de pan con reposición, mantelería, coperío (Riedel) y vajilla a la altura del local. Para beber, botella de agua mineral AquaBona (3€) y una referencia histórica de Rioja, por la que nos cobraron un muy razonable descorche de 8€ (4€/pax).

Respecto al vino, pues qué decir de la casa del Marqués de Murrieta: fantástico en todas sus fases, nariz otoñal de Rioja clásico con ligeros toques de humedad que iban y venían; boca redonda y fresca, acidez que invitaba a beber más (nos trincamos casi la totalidad de la botella, algo poco habitual)… peeero, claro, después de haber probado el Castillo Ygay del 68, pues nada que ver con la magia de aquel. En cualquier caso, acompañó a todo el menú de fábula.

Finalmente, comentar que el festín quedó ligeramente empañado por la actitud de la camarera que nos sirvió el menú (salvo la merluza, que lo hizo otra sonriente camarera). En un local de estas características no se puede omitir el nombre de los platos, ponerlos en la mesa como si se “tirasen”, preguntar “qué tal la comida” a todos los comensales salvo a nosotros dos (por mucho que el resto sean clientes habituales, o no) y en general ser tan seco. Se corre el riesgo de joder la comida al comensal (no fue nuestro caso), desmereciendo todo el trabajo del resto de profesionales de la casa.

Por lo demás, una maravilla de sitio que tiene su fama bien merecida. Estoy seguro que en un futuro volveremos a esta casa, absolutamente recomendable.

  1. #1

    Joaquin1965

    Que te digan que sí puedes llevar el vino con amabilidad es de las mejores cosas que se pueden decir de un restaurante.

    Un abrazo.

  2. #2

    Disfraz

    Llevar su propio vino en un restaurante sería imposible en Francia, porque la comida no cuesta caro pero, por lo que toca al vino, hay un coeficiente multiplicador de 3 o 4 : un robo organizado. Suelo beber cerveza de barril : si no vale nada, agua gaseosa Speyside Glenlivet o Perrier.

    Saludines / Alain

  3. #3

    Nowhereman

    Pues muchas felicidades, buen ágape de celebración.

    Un abrazo

  4. #4

    Tantra84

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    Muchas gracias majo!! Brindamos por ti, y porque el 2018 venga cargado de salud y buenos vinos. Espero que nos veamos pronto, un fuerte abrazo.

  5. #6

    Obiwan Ferran

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    Desde luego, el trato del vino en los restaurantes franceses es espantoso salvo honrosas excepciones (muy pocas). Precios totalmente abusivos y copas de bareto cutre de carretera, como ya hemos comentado alguna vez por aquí. Es una lástima que no sean conscientes de que la gente disfrutaría mucho más en los restaurantes si no se pasaran tanto. Saludos,

    Ferran

  6. #7

    Disfraz

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    Esta más claro que el agua, Ferran, Francia es un país misántropo y vanaglorioso : por fortuna - en medio de un mar de mediocridad - hay muchísimos vinos de gran calidad y unos cuantos descomunales.
    Dentro de veinte años, podrás probar el mío - el Clos Cauvin - un blanco seco procedente de la chasselas rosado, una especie de Fendant suizo biodinámico - con un extracto seco muy alto - criado en un solo huevo de hormigón : sueño con elaborar alrededor de 48 botellas de 75 cl. Al principio : después, ya veremos, pero nunca lo vendré. Haré un vino para los amigos transeúntes.

    ¡ Te mando un abrazo, bribón ! / A***

  7. #8

    Obiwan Ferran

    en respuesta a Disfraz
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    Cuento con probar algún día ese vino, y si es cara a cara mejor aún! Un abrazo!

    Ferran

    P.D. 20 años es mucho tiempo, no?

  8. #9

    Disfraz

    en respuesta a Obiwan Ferran
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    Sí, pero dentro de 20 años, tendré 87 tacos con la firme intención de emborrarcharme por primera vez con mi propio vino, un atracón de mariscos a la plancha y un bogavante a la brasa. Yo os enterraré a todos : mi bisabuela aragonesa - Clemencia - falleció a las 98, mi abuela - Teresa - a las 95, mi padre a las 85 pero este cabeza dura comía chicharrones, callos y huevos fritos para el desayuno y fumaba como un carretero.

    El único problema es la viña y el terreno : hice pruebas en mi jardín mezclando todos tipos de tierra y el resultado fue concluyente porque las vides produjeron dos racimos por cepa : uvas doradas y sabrosas con notas de avellana y de pomelo. El año próximo, compraré una tierra yerma que linda con mi jardín : la propietaria tiene alrededor de 90 años. Después, empezará el trabajo de desbroce y de modificación del suelo : aquí, la tierra es demasiada rica. Digamos que a finales de 2020, se acabaron los trabajos de Hércules. En 2021, podré plantar las cepas, con la ayuda de Baco : en 2022, salga el sol por Antequera.

    Bien à toi / A***

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