Cena de sábado noche para seis personas. Cuando llegamos notamos un calor sofocante, y nos dicen que no funciona el aire acondicionado (cierto), y que nos han intentado avisar pero que no tenían nuestro teléfono (incierto), ya que cuando reservas te piden el número de teléfono, se supone que para que si no apareces echarte una bronca, pero para informarte de que no funciona el aire acondicionado pues siemplemente no lo encuentran, lo han perdido, etc...
Por si esto era poco, nos tocó un camarero con gafas y acento francés, que se empeñó en llevarse los plantos sin acabar, en llevarse las copas con vino en su interior, y la desfatachez última fue llevarse un café y un chupito sin terminar. En fin, se podría decir que fue una noche gloriosa.
La comida bien, y los vinos bien también, pero cuando estás a disgusto todo parece peor.
En definitvia, se me va a hacer difícil volver en otra ocasión.