Después del cocido valenciano y el cocido montañés tocaba recordar y comprobar el cocido gallego por los cuatro catadores de cocidos. Local lleno sin cambios ni en los conceptos ni en la carta ni en las opciones de menú ya copmentadas. Esta vez si vimos la carta de vinos, algo corta, de características básicas (1-2 por DO, excepto gallegos), de precios en rango medio y bajo acordes con el rango de precios de la carta de comidas.
Cuatro para comer el llamado "cocido completo" sin aperitivos previos. Pan básico, pero mejor que la última vez (panecillos troceados). Para beber y aparte de un agua grande de Lanjaron en copas casi del maletín de la Srta Pepis; de vino elegimos un Godeval 2018, un godello de Valdeorras que cumplió y que se sirvió en copas correctas, sin dar a catar aunque ya en buena temperatura y con camisa fría para mantener la temperatura.
Tras una breve espera:
. tazón de caldo de cocido: sin más complementos, bueno de sabor, desgrasado pero denso; el pan permitió un pequeño lujo.
. plato de cocido completo e individual: más que un plato es casi una pequeña fuente redonda con un cierto exceso de pimentón rojo espolvoreado por todas partes. Hay muy destacable corte de lacon, bastantes grelos, algo de tocino, garbanzos en buen punto de cocción y cantidad, oreja entera, patata bien cocida, pieza de chorizo algo picante, carne de ternera algo fibrosa, pequeña porción de col. Espectacular su presencia llegando a intimidar.
. tres postres compartidos: tarta de Santiago, tarta de Castañas y Profiteroles, todos ellos de carácter básico y presentación más que escueta.
. cafés x 2 y cremaets x 2, con un café mejor de la media habitual. Esta vez no hubo oferta de chupitos de orujos o similares.
Servicio de sala rápido y cunplidor. Sobremesa tranquila y al salir el bullicio del inicio de las fallas. Las fallas del coronavirus.