Acudimos a este restaurante que tantas buenas críticas ha recibido y que tenía pendiente desde hace tiempo.
El local es decidídamente informal. Lástima lo excesivamente ruidoso además del olor a desagüe que se percibe fundamentalmente al entrar, un problema que afecta a muchos bajos y que es de difícil solución, aspectos que podría decirse que pasan a ser anecdóticos ya que es compensado con creces por otros aspectos.
La opción mas atractiva es el menú degustación, formado por 3 entrantes, pescado, carne y postre, servidos de forma individual (al contrario de la moda imperante de platos al centro, cómodo para el servicio pero en ocasiones incómodo para el comensal) y con cambio de cubierto entre plato y plato.
Una cocina de temporada con atención especial al producto y sin dejar de lado la creatividad, pero sin excesos.
Empezamos con la Sardina ahumada sobre confitura de higos y plátano macho. Buena combinación de estos 3 ingredientes. El platano macho perfecto de crujiente.
Continuamos con una ensalada de contrastes (tomates confitados, bastones de queso, aliño de albahaca, jengibre escarchado, sal de jamón y frutos secos) muy bien resuelta.
Revuelto de amanita cesarea, trompetilla e hinojo sobre nido de pasta filo. Bien, aunque el nido de pasta filo me pareció algo excesivo; Albóndigas de bacalao con pisto y calabaza. Me gustaron pero no le encontré el sabor a bacalao; Entrecote de ternera gallega a la brasa con parmetier de humo. Buena ejecución y buen producto.
Para el tema dulce, nos dieron a elegir 4 postres. Todos a priori con buena pinta. La elección fue el canutillo de piña relleno de mousse de piña, que resultó excelente.
Respecto al tema del vino, nos decidimos por un Naia. El servicio del vino es más que correcto, más aun teniendo en cuenta la condición de local informal. La carta de vinos bastante completa, con referencias internaciones (atención especial a los vinos portugueses ) y a precios muy razonables. Dan el vino a probar y las copas son Schott.
Un local que está funcionando bástante bien y cuyos pilares básicos son no tener rival en la zona, una relación calidad-precio imbatible y sobre todo, como ya han comentado anteriorment, la presencia de Alfonso, supervisando dentro de sus posiblidades todo lo que ocurre dentro y fuera de la sala, y conocedor a la perfección tanto de lo que se elabora en cocina como de la sumillería. Culpable por lo tanto de que toda la cena discurriese como tenía que discurrir, sin esperas, sin malentendidos y sobre todo consiguiendo que el cliente se vaya contento del restaurante.
Un auténtico crack.