Estábamos de paso en la ciudad de Palencia, con una cena el mismo día concertada con cata previa en la provincia de Valladolid, por tanto la idea era de comer de tapas y no machacarnos mucho, con el fin de llagar bien a la noche.
Vagabundeando por la zona de la Catedral, Ayuntamiento y calle Mayor nos acercamos a buscar este local, con la idea de probar su ya famosa tortilla. Son las 15 horas y cuando preguntamos por la misma, no sugieren el elaborar una tortilla entonces mismo para nosotros y ante unos menús que apreciamos interesantes, nos sentamos en las mesas cercanas a la entrada del restaurante a comer, en plan picoteo y tapas.
El local dispone de varias opciones a precio fijo en plan tapas y una carta fuera de los citados menús también de raciones.
Pedimos para cuatro comensales: una de cecina, dos de callos con morros, ocho croquetas de jamón y la mencionada tortilla.
La cecina muy bien presentada en su justo punto de curación.
Las croquetas, de buen tamaño, muy buena besamel y un poco faltas de sabor a jamón.
Los callos con morros, buenísimos, de hecho en un principio habíamos solicitado una ración y al final fueron dos.
La tortilla excelente. (Colgare un comentario al respecto en el bloque Con Sincio)
De postre de unos buñuelos dada la época y una tarta que ahora en estos momentos, no recuerdo de que. Los postres cumplieron con demasía.
No observamos la carta de vinos, pidiendo en un principio un Pagos de Negredo crianza 2006, que hubo que retirar, lo cual se hizo por el servicio sin ningún tipo de problema y posteriormente acompañamos la comida con dos botellas de Cepa Gavilán 2010 crianza.
Buenas copas y se atempero el vino en un a cubitera a pie de mesa.
Todo lo descrito, más cinco cafés y tres botellas de agua hicieron un total de 110 €, por tanto a 27.5 euros por comensal.
Como detalle quiero dejar constancia en la tortilla que dio lugar a ocho generosas tuvo un precio de 11,90 €.
Comentario:
Servicio muy amable y profesional.
Tras los postres amena conversación con Cirina, campeona con su tortilla en tres ocasiones, que amablemente nos mostró el horno de asar los lechazos, su cocina y algún otro detalle muy interesante.
Desde este sábado, tengo un nuevo lugar de visita obligada cada cierto tiempo con una idea no negociable, como es el comer su tortilla y una segunda que es el probar su lechazo. ¡Ah¡ y los morros con callos ¿será mucho?