Nada que destacar en cuanto al local, con aforo casi lleno. La decoración, muy de moda actual, le da un ambiente entre informal, industrial y la exposición de cuadros itinerante, sirve de contrapunto.
La carta de comidas se mantiene como una carta corta con variadas opciones que se van renovando, manteniendo el punto de cocina de influencia asiática y peruana, con unas buenas presentaciones y emplatados. No hay carta de platos del día. Tienen la costumbre de no entregarlas hasta que la mesa se completa, lo que retarda mucho los acuerdos previos a la comanda, sin que por contra le vea ninguna ventaja. En la carta figuran las intensidades de picantes pero incluso las dos "guindillas" son menos de lo que aparenta, siempre que no comas mucho de "lo colorado".
En la parte de vinos la carta también es más que suficiente con variedad de opciones (incluidos diferentes vermuts) y con referencias novedosas muy de agradecer; aquí hay una parte de coctelería que no acaba de implantarse en nuestro entorno y menos a medio día. Ésta sí que te la entregan al llegar y no acabo de entender esa diferencia de una sí y otra no.
Cuatro para comer y empezamos con unas cervezas (también con diferentes opciones), un par de aguas con gas y un amontillado de la carta. Acierto en la falta, así que paso directamente al vino. Un buen blanco Navazos Nieport, siempre interesante y luego continuamos con tinto El Prohibido de Raúl Pérez, ambos gustaron bastante. ¿El servicio? Traido a buena temperatura, dado a catar y primera copa servida (muy generosamente..) y luego autoservicio.
Para comer, decidimos probar platos desde la entrada al postre; así que a compartir al centro:
. ostras Le Claire naturales (3,5€) x 4: muy jugosas, bien de sabor y bien abiertas sin restos de cáscara.
. nuestras bravas picantes con all i oli asado (6,5€): unas patatas muy tersas, casi duras, con picante más bien bajo (pese al anuncio) con una salsa que liga y mejora el conjunto.
. figatell de calamar playa y majada de dátiles y almendras (4€) x 4: demasiado tiempo de plancha hizo que la capa exterior quedara algo seca; el interior (calamar) muy bien conseguido de textura y sabor.
. brioche pulled pork con hoisin barbacoa y chipotle (6,5€) x 2: dificultad de partir o/y de comer quedando muy desmontado: demasiada verdura para tan poca proteina.
. sechuán hot dog de cerdito a la brasa (7,5€) x 2: tras la dificultad de partirlo y comerlo, el esfuerzo mereció la pena. Recomendable.
. albóndigas de cordero Xian con hierbas aromáticas (16,5€): clasificadas con 2 pebreras, pero si no abusas de los trozos de pebrera roja, son más especiadas que picantes: bien aunque estaban algo secas y necesitadas de repaso por la salsa acompañante. Como complemento lleva un bool de arroz jazmin, tan cocido como insulso, al que hubo que vertir lo que quedaba de la salsa de las albóndigas para mejorarlo; pedimos un plus de salsa para acabar el arroz y como se sale del guión y parece que el cocinero ya habia finalizado la jornada, no hubo respuesta positiva. No sé que pasaría si cada profesional al sonar la alarma de final del día, deja su trabajo como está y se va: se quedaria el avión sin aterrizar, la operación de barriga sin cerrar, el autobus a mitad de recorrido sin conductor...
. pescado del dia (lubina) deep fried Thai: expectacular presentación de pescado entero, frito y bien emplatado, manteniendo una carne interior jugosa y bien de sabor. El aditamento muy similar al figatell. Recomendable.
. lomo bajo de vaca gallega (maduración > 45 días) con patatas confitadas (24,5€): las patatas escasas y de aspecto poco agradable (oscuras, con piel) pero muy sabrosas. la carne muy buena, ración buena. Recomendable.
. canelon con yuzu, merengue y fruta de la pasión (8,5€); ración XXL, bien emplatado, canelon crujiente y un relleno que no satura. Recomendable (y a compartir).
. otro postre que no recuerdo pero que gustó algo menos.
Los panes van aparte y hay para elegir y optamos por la versión de pan de calabaza, olivas de Aragón y focaccia de harinas ecológicas (2,5€) x 2 cestitos, siendo ambos muy buenos.
Lo que no compartimos fueron los cafés que, ya con prisas por cerrar, los sirvieron antes que los postres, con lo que acabamos tomándolos fríos. Por supuesto, fuimos los últimos en salir (posiblemente también en entrar) y bien es cierto que una vez servido todo en la mesa ya no hubo apreturas por acabar. La sensación final es que es un local agradable, con buenos mimbres (planteaminetos), pero que no acaba de enamorar.