Eso si, por desgracia y por el deseo esnobista y sobre todo estrambótico del Sr. Raúl Perez, no tengo ni idea si es un 2008, 2009 o 2010, aunque después de disfrutada la botella entera, me decanto por esta última.
El vino tiene un color amarillo dorado claro con toques brillantes.
Los aromas son de buena intensidad y destacan los frutales, hay frutas de hueso y frutos blancos, los minerales muy presentes, igual que las flores y toques cítricos y de balsámicos. Bastante complejidad y toques de clase y elegancia, tal y como en los mejores botellas del 2007.
En boca es una verdadera maravilla, muy buena acidez y total equilibrio en el paso de boca, derrochando frutosidad y mineralidad, muy fresco, sabroso, agradasble y con mucha complejidad y estructura, final largo, largo y con mucha y buena persistencia.
Me atrevería a decir que casi he detectado taninos en este excepcional vinazo. Espero y deseo que la botella que me queda, me salga igual.