Restaurante Casa coppelle en Roma
Restaurante Casa coppelle
País:
Italia
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
33 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.5
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.0
Opiniones de Casa coppelle
OPINIONES
3

Siguiente estación gastronómica de la estancia romana, la cual me llevaba de la mano a un restaurante comentado por una forera de toda mi confianza y en el que, por ello, había depositado toda mi confianza. A lo anterior se unía el hecho de que, al efectuar la reserva por Internet, recibí un mail en el que se te dice que te andes con cuidado porque hay otros sitios con el mismo nombre. Buena cosa: cuando unos se quieren aprovechar de tu fama, permite presumir que por algo te han bendecido con la misma.

Ubicación y entorno: Muy céntrico. Decía en mi comentario anterior del Restaurante Quinzi Gabrielli que el mismo se situaba en una calle muy relevante desde el punto de visto gastronómico: la Via Copelle. Pues bien, ello se corrobora con el hecho de que al final de dicha calle, llegando a la Plaza del mismo nombre, se ubica el restaurante ahora comentado.

La verdad es que no hay mucho que añadir a lo que ya se ha dicho en relación al mismo en el comentario precedente el cual describe muy bien el entorno interior, con varios salones y con una buena capacidad de comensales. Con maderas, estanterías, algún libro. Bien ambientado, con un fondo de música suave en el que se radian los éxitos más reconocibles de la música italiana, incluida una curiosa versión de una de mis canciones favoritas (Perfidia). Diríase que se respira un cierto aire “selecto” entre sus parroquianos (“finos al punto +”), tal vez porque en sus inmediaciones se encuentran algunos de los epicentros políticos de la romana urbe (Biblioteca del Senado, Palazzo Chigi, etc.), aunque no sé yo si este dato ... En fin, ya se me entiende.

En nuestro caso, nos situaron en un primer saloncito un tanto oscuro, por lo que pedimos el cambio de mesa que nos hicieron sin ningún problema. El sitio es muy agradable, las mesas y las sillas son correctas -un tanto apretadas-, los manteles y servilletas de hilo muy correctos, así como la cubertería y las copas. Más discreta me pareció la vajilla, de dimensiones no excesivas y que apareció desportillada (aunque de forma mínima) en dos de los platos. Algo sin duda a mejorar.

Servicio y servicio del vino: El del vino, notable. Las copas -ya se ha dicho- están bien. La carta de vinos es buena, con una amplia variedad para elegir y un amplio espectro de precios. Tienen, además, vinos por copas. El vino elegido -un buen Rosso di montalcino: Il marroneto 2011, tremendamente frutal y no inflado de precio -35 euros (precio aproximado en bodega 24 euros).Llegó a la mesa un tanto elevado de temperatura, aspecto éste que se solucionó de forma rápida y eficaz por medio de la correspondiente cubitera con agua y algunos hielos. El servicio muy atento, rápido, profesional... muy amables. Bastante bien en este punto.

Comida: Buena variedad de las principales especialidades italianas (salvo en cuestión pizzas). Pastas variadas en múltiples versiones, diversidad de pescados en diferentes preparaciones y algunas carnes. Buen número de antipasti, predominando los más tradicionales de la gastronomía italiana.

En lo que corresponde a los entrantes, pedimos para compartir un steak tartare de buey. Presentación en un gran plato cuadrado trasparente con tres bolas con forma de albóndiga. Coronadas por un hilo de mostaza, y ribeteadas por huevo duro rallado, me pareció un tanto insulso de sabor y con la carne excesivamente compacta. El producto era bueno, pero le faltaba un pelín de gracia, ese punto de picante... quizá para evitar problemas. Pero, desde luego, esto se soluciona, en la generalidad de los casos, dando a probar una muestra previa preparada, cosa que no sucedió. Correcto, sin más.

Para segundos tomamos: mi mujer, unos raviolis con berenjena y estraciatella, sobre una base de salsa de calabaza. Riquísimos, cocidos al dente y con una muy bonita presentación. Y en mi caso, dado que no había ninguna especialidad de pasta con trufa -que era a por lo que iba- un buen rissoto al nero di sepia, también muy bien cocinado, con una notable cremosidad y con el arroz en su punto óptimo (descolocándome un tanto en la presentación los tres tomates cherrys partidos y colocados a modo de corona sobre el rissoto, pero es un detalle menor). Raciones más que correctas en ambos casos.

Como era comida, había buena gana tras el descomunal paseo matutino por la ciudad -Vaticano incluido- y quedaban aún para un par de vinos por cabeza, optamos por el plato de quesos como postre: bien surtido, con 4 tipos de queso variado -entre ellos, un asiago y un pecorino (no recuerdo los otros dos, pero uno era cremoso y el otro un buen curado). Muy ricos todos ellos y acompañados de tostadas de pasas y algunas frutillas del bosque.

En cuanto a los panes, de tres tipos (amén de los correspondientes grissinis). Correctos dos de ellos y uno de pasas excelente.

A lo anterior se añadió un cortado para dejar una sorprendente cuenta final de 83 euros, precio éste que, entiendo, constituye una muy buena RCP, sabiendo como se las gastan los restaurantes de esta zona de la Ciudad.

Resumiendo, un sitio muy bien ubicado y agradable, en el cual existe un buen servicio, en donde las especialidades italianas las trabajan de manera fenomenal -a por ellas, y la trufa, es a lo que debe irse- y donde se puede beber muy bien. Todo ello con el conocimiento de que no hay riesgo de que al salir notes un buen agujero en el bolsillo.

Y eso, en pleno centro de Roma, no es nada fácil de conseguir; os lo aseguro.

Nuestra ultima parada en Roma era una cena en el restaurante que según muchas guias era elegante y romántico 8incluso un comentario aquí lo menciona..). No sé si por esta buena fama, en la misma calle donde se ubica hay otros dos restaurantes que tienen un nombre similar. De hecho estuvimos a punto de entrar en uno de ellos sin que nos pareciera ni elegante ni romántico pero había mucha gente fuera en lista de espera y pensamos que era por su fama… Pues bien, “el autentico” esta la plaza Coppelle, no en la calle Coppelle y de ahí el error.
Teniamos mesa a las 21.00 y llegamos algo tarde pero afortunadamente estaba aun reservada ya que como constatamos había una larga cola por si había alguna anulación. El lugar semeja una vieja biblioteca con las mesas algo juntas ya que el sitio esta muy optimizado en espacio. Consta de varios salones muy bien decorados pero no vi la totalidad del local . Lo que si pudimos constatar es que varios coches oficiales llegaban hasta allí dejando a ilustres comensales ….
Nos atendieron rápidamente y además el camarero encargado de nuestra mesa era sudamericano por lo que pudimos entendernos perfectamente.
Las cartas están bien confeccionadas y la relación de vinos ordenada por zonas con precios desde los 20 a los 1000€.
En vino no nos parecio que nos fueran a dar un acertado consejo y decidimos pedir un Pinot nero 1012 Hofftater Mezcan que nos gusto bastante con ciertos recuerdos a pinots atlánticos.
Para cenar.
A compartir:
- Tris de tartare “ a nuestra manera” . 3 porciones de tartar perfectamente cortadas a cuchillo y cada una con un aderezo diferente: una con aguacate y soja, otra con huevo de codorniz y parmesano y la tercera con wasabi. Muy bueno. Decir que mi pareja no le gusta el tartar industrial de carne picada y esté le encantó
Como principales (que compartimos):
- Rigatoni all’amatricella. Rica pasta con tomate seco y especias
- Saltimbocca romana. Rica
No tomamos postre.

Todo estuvo muy bien con una esplendida atención. Recomendable. La RCP nos parecio muy buena: 69,5€ . El vino a 23 € fue lo mas caro y cobran 2 € por persona por los panes que hay que decir que eran buenísimos: focaccia, de centyeno, de cereales y de aceitunas en una misma cesta.
Para repetir y recomendar

Recomendado, fuimos un viernes por la noche a las 9. Imposible sin reserva ( cuando los restaurantes de alrededor estaban "vacíos") nos dijeron q para el dia siguiente, les quedaba justo una mesa, así q la reservamos. No decepcionó. Restaurante muy romántico. Buena mantelería, cristalería y cuberteria. Grande pero con muchos reservados. Carta de vinos muy extensa pero carisisima ( de 20 no bajaba nada)
Pedimos una ensalada para compartir. Unos trofi caseros con Pesto mediterráneo ( con tomate seco) y unos paccheri caseros rellenos con un ragú de cordero y mozzarella y salsa de tomates cherry. Ambos exquisitos!!! De la mejor pasta hasta la fecha.
De postre tiramisú, ración pequeña pero muy bueno. Vino, pedimos de la casa ( q la crisis da para lo q da) pan hecho por ellos y agua 50 euros. Aúnq parece un restaurante de 40-50 p.p. si pides 1ro y 2ndo...

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