Local en calle poco frecuentada y aunque hace esquina, se distribuye en dos plantas (más otra de oficinas) quedando en la baja lo que es la entrada, barra de bar y caja, servicios, más alguna mesita. En el primer piso de una escalera empinada (pobre camarer@) se ubica el agradable comedor distribuido de forma alargada con mesas bien montadas luminosas y justas de tamaño, mantel y servilleta de tela, copas, cuberteria y vajilla muy correctas, incluso plato para el pan (complemento casi desaparecido). El servicio es correcto y eficaz, con buen ritmo de servicio de platos desde cocina a lo que contribuyó la casi nulidad de mesas ocupadas.

La carta de vinos es más que suficiente, con variedad de zonas y marcas, diversidad de precios, en una presentación a modo de libreta. Decidimos ausentarnos del alcohol por el inminente trabajo que nos esperaba en horas de sobremesa; por ello tomamos 3 botellas de agua con gas, una coca cola y una Buckler 0.0.

La carta de comidas incluye unos entrantes entre 10-15€, algunos contundentes (fideuá, guiso, cocochas al pil-pil..), 5 opciones de carnes diversas y 4 de pescados todos ellos entre 15-20€ más un arroz por encargo previo. Hay servicio de pan (1,5€) que se pregunta previamente antes de incluirlo. Aparte hay un menú solidario (16€) que tomamos:

. crema de calabaza con huevo poché y foie: muy sabrosa (unos ingredientes para que no falte sabor), bien conjuntada y atemperada en buena presentación. Hubo una opción de ensalada, de buena apariencia.

. carrillera ibérica: con un toque de tomillo muy interesante en el guiso, tiernas y sabrosas. La presentación muy simple y sin guarnición. Otros dos optaron por la opción de merluza que referenciaron como notable.

. tiramisú casero: algo subido de sensación dulce y con una consistencia, para mi gusto, demasiado "tierna", aunque bien de sabor.

Unos buenos cafés finales y al curro, que para eso estamos aquí.

Buena cocina,bien elaborada y buen trato. Carta de vinos mejorable en cantidad y variedad pero correcta.