Excelentes instalaciones blancas , amplias y luminosas. Servicio profesional, bien escogido y sin escatimar medios. Servicio del vino adecuado, carta algo corta pero suficiente y con varias reseñas internacionales. El menú degustación comienza con tres entrantes que ilusionan pero no se culmina esta sensación en los segundos y en los postres que resultan algo desangelados , sin fuerza, sin convencer. En general se come bien pero sin deslumbrar en nada . Precisaría una cocina más poderosa y convincente para dados los medios de que dispone, evolucionar hacia mejores metas como restaurante.

He estado varias veces y puedo decir que comi bien ,aunque muchos critican que utilizan gamas baratas de productos como sarda ,etc.Pero la elaboracion es buena.
La Sala roza el agobio pero como dicen ellos es lo que hay y hay que respetar juegan con esa puesta en escena que si vas de negocios olvidate de ir aqui y si vas a disfrutar o a sorprender a alguien este es tu sitio.
Aunque a la tercera vez que vas ya te agobias porque como te sabes el guion y encima el camarero nuevo de turno piensa que eres nuevo y te dicta el sermon.
Aceites+aperitivo+copa de champagne+primer plato+segundo plato+carrito de quesos+postres+carrito de cafes y tes y ahora carrito de panes.
La carta de vinos es discreta para el nivel que hay que exigirles.
Por lo demas recomiendo ir.

Primera visita pero no ultima ,aperitivo de champagne,degustación de aceites ,carta de aguas ,amplia bodega,vinos de muchas zonas,te acompañan a la bodega ( cuarto climatizado) y asesoran en nuestro caso muy correctamente un blanco Aleman y bien de precio ,amplitud en la mesa y entra las mismas,justo lo que buscaba (noche especial)buena cocina ni tradicional ni moderna pero sabrosa ,muchisimos pequeños detalles y muy muy amables un placer.

Tenía ganas de acudir al único estrella Michelín de Santander ciudad y pude cumplir mi deseo la pasada festividad de reyes. Acudí en familia y eramos un total de 6 personas. Uno de los problemas que advertimos es que si alguno comensales desea el menú degustación "obligaba" al resto a hacerlo. Esta política de "o todos o ninguno" me desagradó. Por lo demás el servicio impecable, invitación a Moet Chandon, selección de aceites y aguas y una amplia bodega. Quizás demasiado tiempo entre platos que hizo la cena lenta. Buena calidad de los productos y excelente elaboración. En mi opinión demasiado dulce en el menú degustación (para gustos). En resumen un excelente restaurante, aunque en mi opinión no el mejor de Santander. En cualquier caso, si vuelvo optaré por probar la carta.

Uicamente comentar de nuevo lo que en otras dos ocasiones comente:la visita al restaurante el serbal es un lujo una delicia pasar unas horas agradables sobremanera la atencion del personal en concreto la del señor ramon es exquisita es una suerte ser atendido con tanta dedicacion y entrega.mas de lo mismo la comida fantastica y los postres son un pecado.Enhorabuena y gracias por estar en Santander.

Bueno después de oir hablar de éste restaurante mucho tiempo me decidí ir a cenar con unos amigos.Nos decantamos por el menú degustación (aparentemente muy sugerente),bajo mi punto de vista una decepción,demasiado caro por el nivel presentado,decoraciones un poco pasado de moda y muy recurentes para todo tipo de platos,el pescado cocción casi-perfecta y los postres aceptables,la vajilla en la linea del local en fin.Yo no le daría tanto bombo como dicen que tienen,le daremos un segunda oportunidad

Pues despues de un tiempo escuchando a familiares y algunos amigos hablandome tan bien de el serbal, decici ir a probarlo.
Pedi el menu degustacion, algo que siempre hago en este tipo de sitios, y despues de, en mi opinion, demasiado psada explicacion de los panes, aceites, desfile de maitres, ayudantes de maitre, camareras etc, por fin llega el Gazpacho con masera, he de decir bastante bueno, aunque a mi se me sirvió uno de un color y a mi madre y hermana otro de otro color, he de suponer de distintas bolsitas de vacio o de diferentes elaboraciones, aun asi de excelente sabor. La ensalada de vieiras era otra cosa, el inexistente percebe, la vieira demasiado poco hecha, la gamba minuscula, un poco decepcionante, al igual que el arroz, demasiada cantidad y ademas inexplicablemente ligado con demasiada nata y queso.
El bonito algo mejor, la presentacion bonita vajilla pero el mal dispuesto, las verduras cortadas toscamente y en el plato mucha agua del pescado.
La paletilla excelente, el cous cous se adivinaba bueno aunque los 15 o 20 granos que habia no ddaban para mucho,
el brownie no estaba malo aunque diria un poco pesado, el helado no era de ciruela claudia sino de ciruela pasa, el helado de wisky muy bueno y la manera de servirlo muy llamativa.
Le daria un 5 / 10, muy buena la vajilla, el servicio y la carta de vinos, la comida por debajo de lo esperado, no creia que fuera a comer un arroz con nata en este restaurante.

Un año después nueva visita a El Serbal y la confirmación de que ahora mismo es el número uno en Cantabria.

Fernando Sáinz de La Maza, reciente premio al mejor cocinero joven del Cantábrico está en un momento creativo especialmente dulce. El menú degustación que ofrece (55 euros) es una orquesta de sabores y combinaciones de texturas que destaca por una impresionante regularidad. Borda el tratamiento del pescado y el marisco, en especial de la vieira y el bonito. Postres delicadísimos y sabrosos.

La parafernalia (selección de aceites, sales, cafés) es de lo más destacable y el servicio brilla a gran altura y profesionalidad sin llegar al servilismo. Excelente.

Para ser un grande de verdad creo que debería ampliar la carta de vinos, que es correcta, pero en un restaurante de este tipo debe ser mucho más profunda. No obstante hay buena oferta, los precios son correctos y el servicio (copas, temperatura, etc.) está a la altura del local..

Creo que ahora mismo El Serbal es uno de los “estrella michelín” con la mejor RCP de toda España. Hoy por hoy es una visita imprescindible. Y que sigan así.

No está mal sobre todo comparando con otros restaurantes con estrella, pero tampoco es para tirar cohetes. Pedimos mesa de no fumadores y nos pusieron cerca de la puerta. Hay un acceso a la barra por donde entraba frio y se lo dijimos al maitre, la cerró, pero lógicamente se abría y cerraba por razones de servicio y era un poco incómodo. Tomamos el menú, todo correcto incluso el salmón que raramente me gusta. Lo de los cafés molesta un poco el ruido y aunque tiene su punto,el resultado no es muy logrado. El servicio bien excepto una de las camareras que tenía las uñas exageradamente largas. Unos 200 euros para 2 personas.

Elegante restaurante con cocina de buen nivel. El local es moderno, amplio y con buena separación entre mesas. La cocina es de mercado, con materia prima de calidad y acertados puntos de coción. Por invitación de la casa tomamos una copita de Moett Chandom y tres minúsculos aperitivos: crema de hongos, shushi y crema fría de patata. El comienzo no estaba nada mal. Después pasamos a unas alcachofas con langostinos y guisantes (muy rico), seguidas de arroz con cachón (excelente en sabor, textura y presentación). De segundos, mero a la plancha con verduritas en tempura (lo mejor de todo la comida), y esturión, pescado este último que tampoco defraudó y que pedí por las pocas ocasiones en las que se encuentra en carta. Si hasta aquí no encontramos ningún pero en la comida, el nivel de ésta bajo enormemente con los postres. Uno de ellos, el clásico helado de queso con frutos rojos, estaba a la altura, pero no así la tarta de manzana con pera caramelizada y frutas, que se presenta sin ningún motivo como dos postres independientes, que no alcanza ninguno el nivel deseado. El servicio no nos gustó, pues aunque eficaz, resultaba frío y distante en exceso. Respecto al vino, inexplicablemente no te muestran la botella. La presentación de los cafés (te explican uno a uno los 6 diferentes que tienen) me parecio que rozaba la ridiculez, pues sería más lógico mostrar una carta de los mismos. Precios medios, aprox. 75 €/persona.