Volviamos de viaje de trabajo por la AP-36 y decidimos salir a comer en Quintanar de la Orden. Preguntamos en una gasolinera donde se podia comer bien y ante las nefastas y nulas recomendaciones, nos decidimos por el restaurante que hay nada mas abandonar la autopista y antes de entrar al pueblo. Es una casona tipica que nada mas entrar tiene una barra que estaba llenisima y una puerta que da paso a un comedor castellano rancio pero correcto. Solo habia 3 mesas ocupadas pero al pasar y ver los platos ya nos pareció que aquello pintaba bien. Solo atendia un camarero bastante diligente que nos dejo una carta ( si si una para las dos personas que ibamos )y nos recitó una serie de platos que me hicieron pensar que no estabamos en la Mancha... Tenian fresco ( e insistió que muy fresco) rodaballo, lubina salvaje, morro de atun, cocochas de merluza... mas cierta variedad de marisco: percebes, navajas etc que nos aseguró excelentes. La carta es amplia y variada y al final tiene un menu y la lista de vinos que descansan en estanterias llenas de polvo. Nos decidimos por:
Entrantes a compartir:
- Revuelto de trigueros y jamon: muy buno y abundante
-pimientos de piquillo rellenos de bogavante. buenisimos y muy grandes. Menos mal que solo pedimos una unidad para cada uno

Segundos:
- Solomillo: excelente carne y en su punto
- Cochinillo asado. Lo pidio mi compañero que sabe de asados y dijo que era de lo mejor que habia probado. La verdad es que estaba crujiente y tierno
No pudimos con postre. Solo cafes.
Vino: nos recomendo un Mont-reaga syrah La Esencia de Cuenca por 14 euros que llego algo caliente pero que enfriamos en cubitera. Bastante bueno por ese precio. Nos pusieron unas copas aceptbles
El servicio eficiente y atento.

Para volver sin duda y que pena que quede a 120 kms de Madrid...
En resumen un descubrimiento y que precios... ningun segundo plato pasa de 20 euros.