Si tuviera que destacar lo más atractivo de este restaurante, diría sin duda alguna que es la presencia de Manoli Romeralo y la zona y calle donde se ubica.
El local es manifiestamente feo, si ya sé que se divide en dos, la parte de abajo y la de arriba, que además dispone de cartas separadas, pero es que de verdad lo de abajo no tiene por donde cogerlo.
La disposición de las mesas estilo taberna, pero de las cutres, es poco atractiva, teniendo en cuenta que el reclamo por el que vas “Quique Dacosta” te motiva a mucho mas, insisto algo deberían hacer para hacer desaparecer esa enorme barra que no tiene final y que cuando llegas al pretendido jardín vertical no te haya entrado ganas de decir, arriba por favor!!
La comida es un acierto, sobre todo y si no quieres complicarte la vida imaginando que tomar, te dejas guiar por el menú degustación que te ofrecen, que dicho sea de paso, el precio tiene su propio atractivo.
Personal joven en sala, que debe aprender un algo mas, no limitándose solo a servir y dejar platos, la descripción del plato que tomas es importante que quien la recite la llene de credibilidad, suena mucho mejor.
Manoli, de quien no tengo ninguna duda de su profesionalidad y también y por qué no, de su valentía, no sé muy bien como encajarla en el lugar, creo que no está en su salsa y me temo que eso se percibe, aunque puede que sea solo mi imaginación.
Curioso lugar para celebrar degustación variada y atractiva de las denominadas ahora “Tapas Finas”, o de autor, o de gourmet, o de lo que quieras, pero siempre tapas por la medida de su tamaño.
Tres veces visitado, tres veces satisfecho, tres veces me quedo con algo que me falta y que todavía no he podido saber que es.
Saludos.