El servicio de vino fué el correcto, pero la cristalería no fue la correcta. Lo que si fué un desastre es el servicio. Era una comida en el salón privado para 16 personas, entramos a las 21h30 y salimos a las 01h15, hora en que nos traian el café.

Bien situado, salón amplio, sillas cómodas y ambiente agradable, carta de vinos bien estructurada aunque no muy extensa. El vino, un Emilio Moro crianza 2001 a 24€, tuvimos que pedir que lo sumergieran en hielo unos minutos, carecen de armarios acondicionadores, y tampoco se ofrecieron a decantarlo, tuvimos que pedirlo nosotros.
Utilizan dos tipos de copa, una de agua y otra para el vino, el decantado y el servicio correcto.
Los platos, muy naturales, aunque mi crema de patata con trufa, estaba algo fría; otro tema a destacar son las raciones, un tanto escasas creo yo.
Precio aproximado sin vino 33 €
Probablemente volveré.

Local impresionante, situado en la parte alta de la ciudad. Cocina bien elaborada(buena relación-calidad precio). Servicio de vino: Ni rastro de decantadores, la cristalería para vino, se resume en una copa tipo borgoña para tintos. Self service(Te sirves tu mismo el vino). Carta de vinos corta para un restaurante de 30 euros por persona. Un restaurante contradictorio.