Encontramos un trato muy amable y exquisito, pero donde el jefe de sala no tardó demasiado en preguntarnos como habíamos encontrado las señas del local. No obstante, el barrio donde está ubicado contrasta mucho con el interior tan elegante del restaurante, donde aparcar, sea dicho de paso, es una odisea, por lo que os recomendamos taxi.
Vamos al grano. Pedimos navajas y el tamaño era realmente ridiculo, un solomillo muy flojito solo salvado por su acompañamiento de foie, unas croquetas correctas y un arroz a banda salado.
Tras un martini y una cerveza, elegimos un vino protos elevado su precio por tres, muy bien servido para aquellos que valoran tal servicio.
En definitiva, un personal que en todo momento quiso agradar y convencer, lo cual es digno de elogio hoy día, pero con una ubicacación no acorde con el local y una comida floja, floja con una factura elevada.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.