Cena para 15 personas en un salon privado que esta en la planta justo debajo del restaurante. Las vistas espectaculares sobre l'ílle y Notre Dame. El recibimiento ya deja claro lo que vas a encontrar. Atencion esmerada desde que llegamos hasta que salimos de ese "viejo" ascensor con encanto.
Nos ofrecieron una copa de Champagne de la casa acompañada por unos aperitivos no muy de destacar. Todo esto de pie antes de pasar a la mesa.
Ya para la cena, decir que tuvimos a nuestra total disposicion 2 personas y a un 50% al sumiller y a otro camarero.
El menu y vinos habia sido concertado pero pedimos la carta de vinos solo por el placer de ver semejante libro: 14000 referencias ¡¡¡¡ la mas cara de 20000 € y algun Petrus a 14000...
No explicaron la historia del restaurante dandonos incluso un pequeño folleto a cada uno en el idioma que cada uno requeria, ya que estabamos personas d evarios paises. Voy a la cena:
- Oeuf cocotte, creme dubarry trufée: Una crema de coliflor con huevo pochado y con rallado de trufa . Excelente
- Foie gras de canard, gelee de porto et chutney exotique: no necesita traduccion. Espectacular. Nos sirvieron tostadas que tengo que decir que estaban frias
- Dos de bar roti, embeurre de choux: Filete de lubina con un salteado de brocoli con mantequilla. Excelente
- Poire "vie parisienne": Tarta de pera con crema y sablé. Muy buena pero yo no lo pude terminar.
Para finalizar cafes y mignardises.

No sé lo que costó. Tengo que decir que merece la pena tanto por la historia del lugar ( no perderse la mesa donde cenó el Nicolas zar de Rusia) , como por el servicio, atencion, comida y vinos. Me hubiera gustado probar el afamado pato por lo que lo dejo como asignatura pendiente.

Me encanto el restaurante, el trato y la comida de 10. No sé cuanto personal tenían, pero os puedo asegurar que cada paso que daba para ir por el restaurante, había una persona a tu disposición. Nada más entrar, te preguntan si quieres tomarte un aperitivo (Champagne con un poco de foie) en la parte de abajo del restaurante, mientras te preparan la mesa.
Te montas en el ascensor y tienen a una persona para darle al botón.

Se abre las puertas del ascensor y la sensación de silencio se adueña de ella, solo se escuchaban los tenedores y cuchillos chocando con el plato junto a unos aromas extraordinarios.

La especialidad de allí, era el pato a la sangre, exquisito, de hecho al acabar el plato te daban un tarjeta con el numero del pato que te habías comido. El foie fuera de lo común, mi mujer se tomo un solomillo que aun me lo recuerda.
La carta de vinos, es como 2 quijotes, enorme.

Ni que decir de las vistas,(mejor ir a cenar)asi podreis contemplar unas preciosas vistas nocturnas de la catedral de Notre-Dame y de Paris.

En fin, una gran cena con un trato excelente.

Fui en 2004 con mi esposa, pero el recuerdo perdurará para siempre. Restaurante histórico, donde comenzó el uso del tenedor, impresionante vista al Sena en una noche de luna llena, nos llamó la atención que no había música de fondo. Carta de vinos, de esperarse de una de las mejores bodegas de París, pedí un "Monopole" Clos Napoleon 88 (Fixin) viñedo de apenas 1 Ha. a 80€ no está mal. Vi en la carta el mítico Cheval Blanc 1947 a 10,000€, un vino para después de beberlo, poder morir tranquilo. Quiza otra ocasión :-)))

Local viejo e incomodo.Comida en dos turnos como en los barcos.Sommelier catalan que discute con el cliente si un vino es bueno o no.Tomé un excelente Chateau Yon-Figeac 1979 que el sommelier me habia desaconsejado y estaba de muerte.Demasiados patos y poco servico.Ascensor que necesita una rapida renovación.

Tuve la oportunidad de cenar el pasado mes de octubre en la Tour d’Argent y quedé gratamente sorprendido cuando el somelier trajo la carta de vinos...parecía una enciclopedia!. Estuvimos alrededor de 15 minutos para escoger el vino adecuado y, la verdad, valió la pena.
Nuestra elección fue media botella de un fabuloso Sauternes; un "Chateau Climens" del 89 acompañando el Foie y un Burdeos "Chateau Leoville Barton" del 98 para el Cannard.
Decoración elegante y servicio de lujo.
Un placer para los sentidos y un duro golpe para el bolsillo.

Autentico lujo en el plato y en la copa. servicio muy esmerado con una bodega de aprox. 400.000 botellas. La carta de vinos es una autentica enciclopedia. De entrada un blanco bourgogne de 1990 increible y despues un mouton rotschild de 1985 impresionante. Realmente recomendable pero mucho ojo con los precios.Hay que ahorrar un poco antes.