Restaurante La Taberna de Marisa en Valencia
Restaurante La Taberna de Marisa
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
35 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.5
Comida COMIDA
4.7
Precio medio entorno ENTORNO
4.4
RCP CALIDAD-PRECIO
3.5
Opiniones de La Taberna de Marisa
OPINIONES
19

La tradicional comida navideña agrupa a 21 comensales con diferentes propuestas y que acaba ganando la propuesta más en el centro y más barata (como Tripadvisor lo preferente es el precio).
Sin embargo hay que decir que Marisa, que sigue tan estupenda como antaño (A fuego lento) y se conserva genial en lo físico y en su caracter amable y campechano, hizo un esfuerzo por agradar a su amiga organizadora del acto, y lo consiguió.

El local no ha cambiado ni para bien ni para mal. El material tampoco. Buen servicio en sala y rapidez en cocina porque había quien iba con prisas y en menos de 90 minutos comieron los presurosos si perderse ni el café con unos bombones.

Para beber unas cervezas de barril, agua, refrescos y de vinos un muy agradable Melior blanco 2015 y un correcto Pirineos en tinto a demanda. Se incluyen cafés, carajillo y hasta regalo dlas dos copas extras finales que se tomaron.

Para comer, además de las papas para amenizar la espera:
Entradas a compartir al centro:
. surtido de iberico con jamon, embochado, salchicho y chorizo además de queso curado. Todo de calidad media alta, en buena ración y servido en tabla de pizarra.
. ensalada de tomate raf y ventresca: buenos poductos y bien elaborada, algo corta la ración de ventresca
. croqueta de jamón ibérico: de buen tamaño y sabor, bien frita.
. alcachofas en témpura: muy recomendables. Amplia ración, casi crujientes.
. revuelto de la taberna: clásico plato de patatsa fritas, huevo de corral y jamón ibérico por encima. Buena ración y correctamente hechos y presentados.

Principal: salvo excepción puntual que se fueron al pescado (bacalao fresco del día con cebolla caramelizada que se apoderaba del sabor de tanto caramelizada) estaba previsto carne de buey a la piedra y acabó siendo un servicio individual de entrecotte de ternera algo nerviosilla, bien hecha al punto elegido.
¿La compañia? Un timbal de verduras salvo que pidieras patatas fritas.

Postre: a compartir al centro pequeñas porciones de una bue a tarta de chocolate, cudraditos de pastel ruso algo deshecho por el calor y otra trocitos de tarta de queso fresco con mermelada que fue más controvertida.

Las raciones eran buenas y le permitió el lujo de retar a repetir quien quisiera y de lo que quisiera, y no se apuntó nadie.
No me extraña que estuviera el local lleno.

Mejor de la media de comentarios que había hasta ahora en Verema y que me hicieron ir con demasiada precaución. Me pareció más en la línea que recordaba de hace varios (quizás muchos) años.

El Malo cometiendo fechorías por la costa, El Bueno desaparecido por las lejanas tierras del norte…
Solo, contrariado y mohíno, me dejé llevar por mi montura. Ésta, desganada, enfiló la calle Caballeros. ¿Caballeros? Qué contradicción, definitivamente ésta no es nuestra calle: nosotros somos cuatreros.
El caballo se paró la puerta de una taberna negándose obstinadamente a continuar. Alcé la vista y contemplé boquiabierto el cartel: “La taberna de Marisa” rezaba…. ¿No fue aquí donde….?
Qué cosas tiene el destino. Siempre se regresa al lugar del crimen.
Las chicas del lugar me preguntaron nada más entrar por El Malo… algo que me enfureció. Es mi cuate, pero uno tiene su orgullo.

• Bonito en conserva casera. Una pirámide de buenas cortadas de bonito de excelente calidad recubierto de trocitos de almendra crujiente que descansaba sobre la cama que formaba una emulsión de suave mahonesa, ajo, yema, pimentón y caramelo. Pese a lo que pueda parecer resultó muy fresco, sabroso, logrado.

• Albóndigas. Las de toda la vida, con salsa española, punto de nuez moscada y de cayena. De toma pan y moja.

Tenía dos blancos y dos tintos por copas, tomé una de blanco -un correcto albariño llamado Valminor 2013- y una de tinto -un ribera también correcto, Melior 2012- que acompañaron bien uno al pescado y otro a la carne.

Devoré estas viandas en la barra, sin despojarme del sombrero siquiera. Una buena posta, en mi siguiente cabalgada, ojalá sea acompañado, volveré a parar aquí.

P.D.: ¿Cómo no se fijaría El Malo en el curioso techo como de alargadas bovedillas?

El duelo quedó pendiente del día anterior, cuando paseando con mi cuatrero favorito por El Carmen en busca de un aperitivo previo a la comida que nos deparaba el duro de Lucca, nos asaltó una señorita invitándonos a la degustación de una tapa. Los tipos de nuestra calaña no acceden a la primera, por lo que pasamos de largo eligiendo otra taberna. Fue a la vuelta, con la chica ya entregada, cuando decidimos entrar.

Unas muy buenas albóndigas provocó mi visita de domingo. Quise tomarlas en la parte inferior, en la zona de la barra igual que dicho día. No disponíamos de mucho tiempo y acertamos, pues estábamos solos aquí y los platos salieron con la celeridad esperada.

Pedimos para empezar unas alcachofas en tempura, las cuales estaban crujientes por su rebozado, que recordaba en parte a los buñuelos de calabaza, y tiernísimas, llegando al corazón de la misma. Muy buena la presentación, aprovechando el rabo e invitando a cogerlas por ahí.

Salieron al ratito las albóndigas en salsa bien trabada, muy buenas, de buen tamaño, prietas pero sin estar apelmazadas, con piñones por dentro y toque de nuez moscada.

A continuación y por último, rabo de toro. Nos lo sacaron en dos medias raciones por decisión del cocinero, cosa que agradecimos al igual que el plato de patatas fritas como acompañamiento que ni pedimos ni nos cobraron. Bien estofado, suave sabor de casa, quizá me faltaran esa bolitas de pimienta negra que acompañaran al bocado dándole marcha.

Servicio de pan calentito y crujiente, y dos cervezas de barril para mi compañero, y un par de copas de tinto entre las pocas opciones que tienen para este fin. Tan sólo un par de blancos y tres tintos. Elegí un Blés de Aranleón que no me gustó y un correcto Melior. Servidos en copas Rona de buen formato.

No hubo más, ni postre, ni café, ni licor, pese a la insistencia de Marisa.
Me pareció una tía muy maja, agradecida por la nueva visita y prestándose a la charla. E incluso a las observaciones, como la de ese primer vino que me resultó casi imbebible, con el que estuvo de acuerdo y que no cobró una vez vi repasando la cuenta. También la importancia de una relaciones públicas que lo dé a conocer, porque realmente la entrada no es a través de la calle Caballeros. Y como no, de la invitación a una tapa, que tuvo como consecuencia esta comida.

Un sitio con pretensión de taberna chic, montada tipo IKEA
Camareras jóvenes y sin experiencia, encargada (¿será marisa?) estresada porque no funciona, comida bien presentada pero sin calidad, producto malo y mal preparado. Todo eso, a precio de lujo: 77€ por una sosa ensalada y dos solomillos muy pasados pese a que los pedimos poco hechos, con dos coca colas, sin postre y cafe (ya no nos quedaban ganas de quedarnos)

Llegamos aquí por casualidad y la verdad es que se mascaba la tragedia , una señora perturbada nos toma nota , al rato la vi metida en la cocina y allí nadie se ponía desacuerdo con el orden de los platos, al sentarnos a picar unas croquetas de jamón buachhhh encontré un pelooo !!!! Un horror y pagamos un precio incompetente , para no volver . Hace falta montarselo mal con lo que este sitio fue. Falto mucha profesionalidad


Fuí hace unas semanas con mi pareja, entramos por que nos llamo la atención que tenian un menu de tapas pos 23 euros mas o menos, por persona, entramos pensando que las tapas serian de calidad media o almens alguna innovación, pero no comimos lo mismo que hubiesemos comido en otro sitio pero pagando el doble. NUNCA MAIS

Es un local excelentemente situado en pleno Barrio del Carmen, tradicional pero moderno, con tapas de todo tipo: esto es lo que le puede retratar, un local de tapeo pero de más nivel que los clásicos.

Tampoco para paladares exquisitos, pero sí de más calidad que en ocasiones se paga de forma excesiva. Tuve la última vez la mala suerte de que me colocaran con mi pareja pegando a una mesa de unos doce comensales (de trabajo supongo) con ganas de fiesta, y con mucho ruido, mucho... y espacio reducido. En otra ocasión ambiente fallero... local a tope y servicio fatal, espera delante de la mesa sin ser atendidos, es loq ue tienen las Fallas supongo. Pero en ocasiones normales, tapearás bien, en un sitio pequeño y lleno y que es caro, eso sí en el mismo Centro del Carmen!

Estoy de acuerdo con la mayoria de los comentarios. Es un lugar muy concurrido, la parte de abajo está bien para tomar unas copas, pero el comedor es bastante incómodo, las mesas están muy juntas.
Lo mejor: la ubicación
Lo peor: Precios desorbitados

menú: bacalao (del tamaño de medio paquete de tabaco)=18 euros.Correcto-el producto-, no el precio.
croquetas (2) de ibéricos: rebozadas con rebocina, el rebozado se asemejaba al de una pelota de golf.Muy malas.5 euros
habitas con jamón: escasas, aceitosas, duras... creo que 12 euros o así.
de cortesía, unas papas hiperaceitosas.
de postre, una tarta industrial de chocolate, totalmente vulgar y bastante mala: 5 euros
dos copas de vino sueltas - 3,70 cada una -
una cerveza -casi 3 euros -
Al final, 75 euros, y, como el chiste de Woody Allen, las raciones, encima de malas, escasas.
En cualquiera de las innumerables tabernas y bares de alrededor, habríamos cenado por un tercio de lo pagado, y encima con productos frescos del Mercado central, en vez de los utilizados aquí.

Lo increíble es que el restaurante estaba lleno.

Antiguo fuego lento,con buen jamon iberico,algun montadito de foie ,queso.. bonito escabechado,carnes .Pero coincido con los demas, excesivo precio para el acondicionamiento del local .aunque a mi lo que suelo comer me gusta.La carta de vinos es un poco justa

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