El Almirez es uno de esos clásicos que nunca tienes en mente cuando sales a cenar pero que un día, una de esas neuronas vintage que tienes aletargada hace cuatro sinapsis, y te vuelve a la mente.
Y allí que nos plantamos. El restaurante ha cambiado, lo han remozado aunque sin perder el aire clásico que tenia… para gustos, ya se sabe, pero el caso es que para el mío no es una decoración muy acertada, además de la distribución de mesas, muy pegadas las unas a las otras. Por suerte los astros (no era verano y llegamos muy pronto) estaban de nuestro lado y no había mucha gente en la sala (el reservado estaba lleno) y pudimos estar bastante tranquilos.
La primero a tener en cuenta es que no hay carta… La encargada de sala te lee los platos, te orienta y te cuenta lo que hay de cenar, variando un poco según el día y el pescado o carne que se tenga. Esto en principio me gusta, pero claro, de precios no se habla y si quieres ser comedido en la factura, cuesta un poco controlar el gasto. Como era una noche especial no tuvimos problema, aunque imagino que si le preguntas el precio a la amable camarera no dudará en cantarlos.
Empezamos con unos calamares de playa a la andaluza, bastante buenos y sí parecían frescos, pero imaginaba que los servirían enteros y no en anillas, lo que le resta algo de empaque al plato. Ante la lista de entrantes, todos de un clásico subido, y aunque ya un poco harto del hígado de pato, no pude resistirme a probar el foie micuit con edulis y reducción de oporto, ya que nos ponemos casposos hagámoslo a lo grande. La presentación para revisar en cocina, pero qué bueno estaba y qué a gusto nos lo comimos. Algo justa la ración para el precio (15,40€), pero merece la pena por volver a los clásicos que, por supuesto, se sirve con el pan tostado de pasas.
De principal compartimos un rodaballo a la gallega muy bueno, y eso que la presentación tan demodé desmerece el plato. El rodaballo tiene un precio elevado, así que quien lo pide sabe que pagará por él por lo que los 19,80€ me parece un precio algo pasado, pero no excesivo. El segundo plato que compartimos fue un rabo de toro estofado, mismo “problema” con la presentación, pero muy rica la carne y la salsa que lo acompañan.
De postres nos fuimos a por otro gran clásico de la repostería francesa, la tarta de la señora Tatin(o tarta tatin) que estuvo a la altura de los esperado.
La carta de vinos es muy curiosa, con referencias de los grandes clásicos, ausencia de vinos blancos de cierto nivel y gran peso para los vinos de Rioja y Ribera del Duero, cómo no. Servicio del vino atento y bastante correcto.
Para cuando nos apetezca volver a utilizar la máquina del tiempo.
Como indica los compañeros.. el restaurante lo han reformado con un gusto increible, personalmente es el restaurante que mas visito en la comarca.. me encanta el arroz de bogavante y de entrante marisco fresco dificil de encontrar en nuestra comarca, cabe destacar el foie.. y tomartelo en su reservado evadiendote de el tumulto... RCP exquisita.. un sitio a visitar
Coincido en que es un restaurante algo anticuado en la decoración. El encargado es de los que te cuentan todo en diminituvo, aunque luego las raciones no están mal. No enseñan carta, o sea que hay que fiarse.
Lo mejor fueron unas habitas con jamón ibérico y el Viñas del Vero blanco gewürztraminer. El foie caliente ni fu ni fa. Y el magret de pato parecía un sombrero de vedette, decorado con frutas, puré de patata como un tirabuzón, de lo más barroco y clásico. Al final, 45 € PAX. Mala RCP y permiten fumar, sin preguntarte antes si lo eres o respetas a los demás su tiempo de comida.
Dudo que vuelva.
Este local es un local pequeño, rústico, un poco clásico ahora, pero acogedor.
Destaca por todo un entrante que tienen; lo tienes que probar porque es magnífico.
El foie caliente con salsa de oporto y setas. Es uno de las cosas más sabrosas que he puesto en mi boca.
Uno de los clásicos ya en el Puerto de Sagunto, aunque de irregular trayectoria, si bien es cierto que no siempre ha atesorado la misma calidad de su propuesta, lo que no cabe duda es de que hoy por hoy, según mi opinión atraviesa su momento mas dulce.
Extraordinaria revolución en carta y bodega.
Local algo escondido en la zona marítima del Puerto de Sagunto, la sala atesora cierta comodidad y calidez, aunque le falta luz y un repasito a la decoración algo Demodé!
Si embargo, la cocina a madurado y parece habare encontrado su línea, magnifica la nueva propuesta de vinos, a mejorar quizá la copas, que sin ser malas, son algo bastas y gruesas.
Enhorabuena! Me alegro mucho, este es un restaurante que visito con cierta asiduidad y siempre con compromisos y en esta ultima ocasión, sin duda, es cuando mas a gusto y convencido me he sentido. Sorprendente! Muy recomendable!