No soy mucho de playa, ni en temporada ni fuera de temporada. Pero la familia decidió hacer una escapada en Semana Santa, y en Peñíscola encontramos una casa estupenda a buen precio. Y para allá que nos fuimos.

El dueño de la casa nos recomendó este restaurante. Lo cierto es que estaba lleno a rebosar un domingo a mediodía, cuando la inmensa mayoría de locales que vimos estaban prácticamente vacíos. Me dio la impresión de que mucha gente tomaba alguno de los menús que ofrecen.

El local es largo y estrecho. Mesas más bien pequeñas y muy juntas. Menaje correcto. Servicio algo disperso, aunque muy amable y de trato familiar. La oferta es básicamente de pescado y arroces. La carta de vinos, como era de esperar, muy justita y con precios más bien inflados. Las copas, mejor de lo que me esperaba. Servicio consistente en apertura nada más. Nos pusieron cubitera sin pedirla.

Pedimos algunas raciones para compartir. Sólo destacaría las puntillitas. Como plato principal pedimos un par de arroces. Pedí el del "senyoret", más bien insulso y con el pescado de calidad mejorable. No tomé postre, a pesar de que había algunos caseros.

Para beber, mucha agua, una botella de Recaredo Terrers y otra de Casal de Armán blanco, más varios cafés y refrescos.

No pagué yo, así que la nota de RCP está basada en los precios de la carta y en el precio aproximado que me comentó mi esposa.