Excelente crónica, Javier. Como le comentaba en el post del blog de Antonio Jesus, es dificil intentar describir lo vivido esa mañana. Son esas experiencias sublimes que recuerdas durante mucho tiempo. Esos mismos vinos tomados en otro contexto, sin la estructura narrativa meticulosamente planificada por Quim y todo su equipo, habríamos vivido otra experiencia.
Como momentos cumbre, recuerdo especialmente la combinación del berberecho con el magnífico godello de Rafael Palacios, disfrutar del perfume de la trufa negra recién rayada antes de degustar el Petrus 1971, el divertido juego de degustar a ciegas de tres formas diferentes el Yquem 1989, y la grandeza del Nieeport colheita 1957 servido en esa espectacular botella alargada.