He dejado así el título, con el nombre del vino, porque no puede parecerme más evocador.
Caoba ambarino. Limpio y con brillo, capa muy baja.
Preciosa nariz, de principio a fin. Flores (secas y de invernadero), cítricos parecidos al pomelo y a la mandarina, agua de azahar, botica, algún tostado, toques punzantes y arrecife.
La boca, para tratarse de un oloroso, es femenina, fluida, con unos 18º maravillosamente bien llevados, con viveza y pegada. Al mismo tiempo, encontramos longitud, complejidad y carácter sedoso. A ciegas (ya saben que soy un paquete), habría jurado que se trataba de una elaboración con PX.
Final largo y abocado.
Un maravilloso vino, con un precioso nombre. Había leído que Cuvillo fue la anterior propietaria y que Gutiérrez Colosía se quedó con la marca y las viejas soleras de las que se componía. Merece mucho la pena.
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