Frivolité

El nombre de este vino quizá responda a un vivo deseo de algo pero también podría responder a algo que se hace sin bastante examen. Conociendo a Tony Terryn me inclino más por lo primero.
Este vino es difícil, muy difícil, de encasillar pero su elaborador también lo es. Coupage variopinto, deshidratación con un método ancestral en la zona y prolongada crianza.
Tiene un color amarillo ligeramente dorado y multitud de matices en nariz, desde frutas muy maduras y compotadas hasta interior de caja lacada pasando por canela, tostados, miel, pastelería, hueso y notas florales.
Pero este vino está hecho para beber, se recomienda 12º aunque a mí me ha gustado más en torno a 14º. Untoso, goloso, frutal y un retrogusto inacabable, con un ligero y curioso toque metálico añadido a la sensación de azúcar quemada.
Estamos ante una frivolité, el término tiene alguna connotación negativa pero también mucho de glamuroso y me parece apropiado para un vino nacido para compartir mientras lo disfrutas con una sonrisa en la boca.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar