No era la mejor botella, pero…la clase está ahí

Catado en formato mágnum.
Rojo rubí, ribete rojizo, capa media-alta. Ligera turbiedad.
Nariz intensa, muy reducida en el inicio, haciéndose necesaria la aireación. De todas formas y pasando el tiempo, el vino no terminaba por abrir del todo y continuaba muy reducido, con notas animales, de café torrefacto, bosque umbrío y balsámicos. Bien, pero no era el perfume de los mejores Imperiales.
En boca sí que nos gustó algo más, pero tampoco llegaba a los excelsos niveles de otras botellas, aún así el vino mostraba acidez, ligereza, sabor y estructura. Final largo y vivo con toques herbáceos y balsámicos en posgusto y una cierta fuerza tánica bastante bien integrada. Un vino en buen momento de consumo.
Una pena porque estos Imperiales de los primeros ochentas son vinos de verdadero nivel mundial si te toca una botella buena, claro. Este mágnum estaba bien pero no estaba perfecto, no terminó por explotar. En cualquier caso y nos está ocurriendo con otros vinos de Rioja, la añada 81 está llegando mucho mejor ahora que la 82, más mediática en su día.

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