Finalmente...

Ahora sí; por fin en su plenitud. Le ha costado enseñar todo el potencial que guardaba pero aquí está. Es un Grande. Es perfecto. Sin “peros”. Y seguramente evolucionará y ganará más complejidad si cabe. Aunque lo que nos ofrece ahora (al menos esta botella en concreto) es insuperable; madurez, complejidad, viveza, elegancia extrema y emoción.

Cae serenamente en la copa y forma espuma muy fina, persistente, corona; rosarios de burbujas delicadas y minúsculas que van liberando matices complejos y cambiantes de todas las series aromáticas imaginables. Color amarillo intenso, de momento sin tonos dorados que anuncien oxidación.

La nariz es un desfile: mermelada de albaricoque, manzana asada, especias (canela, pimienta negra), frutas rojas, orejones, brioche, humo, notas tostadas, regaliz, flores, cera de abeja, etc…
En boca es redondo, con una suave pastosidad final. Pura seda. Denso, sensual y voluptuoso, y al mismo tiempo grácil. Las notas de nariz reaparecen en la entrada en boca y persisten en un posgusto de unos 20 segundos. “Quality is always in aftertaste” (Sutcliffe). Cierto…

Quintaesencia de la pureza; realmente la antigua política de la maison de preservar sus vinos de la oxidación y el uso exclusivo del inox encuentran en este Grande Cuvee su expresión máxima y perfecta.
Vino para soñar y para no olvidar. Se reafirma en mi paraíso particular.
No puntúo; no hace falta...

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