Veinte días después.

Otra botellaza degustada.
Las sensaciones, logicamente siguen siendo las mismas, aunque pueden variar según la botella.
En esta ocasión ha acompañada a una comida de mariscos-pescados.
En primer lugar fueron unas gambas blancas y unas almejas a la marinera, después fué un lenguado al horno con salsa verde. Hay que decir que el vino se comportó de forma muy digna, sin sobesalir en nada y solo acompañó con calidad y armonía.
Sobresaliente para él, también en esta ocasión.

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