Un año más tarde y he percibido una evolución que me ha sorprendido. El que me conoce sabe que no soy incondicional de Charvin. Sin ánimo de ofender a nadie, creo que muchos de ellos salen normales y los que se supone que son extraordinarios, suelen dejarme algo frío. Sin embargo, el del sábado me pareció cosa fina: color, textura, delicadeza, fruta, tratamiento de la madera (¿de verdad que la llevaba?), frescura, agarre... Me rindo a la evidencia, es la mejor botella que he bebido de este productor y me ha gustado muchísimo.
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