Las Pisadas a un año gana en definición y expresividad, si bien...

Necesita aire, abrir la botella media hora antes, ha servido de bien poco, mejor decantarlo y jarrearlo.

Es de un color rojo picota de capa media-alta y ribete granate. Límpido y brillante, pocas lágrimas al menos en mi copa.

En la copa se muestra algo tímido (comienzo a pensar si ocurrirá lo mismo que el año pasado) aunque al movimiento se va despertando y nos muestra un perfil maduro, la fruta roja, y algo más fresco por la negra. Intensidad media, concentrado, fino punto especiado, el alcohol tan fragante como balsámico... Punto carnoso de una fruta densa y en sazón. Aspecto seco, recuerda al hueso de la cereza, la endrina. Es expresivo pero también hay que ir al encuentro... el peso de la fruta sobre el de la crianza y en este vino es equilibrado, tramado y con sinergia para ambos.

La entrada en boca es fresca, fluida y algo voluminosa gracias al alcohol. Notas de los terciarios, el tanino se deja sentir, si bien el tacto es arenoso. Buena acidez que puede parecer algo tapada pero es de las que trabaja con humildad y eficiencia. Hay presencia de la fruta arándano, mora y ciruela junto a una roja algo más madura, fresa y cereza. Tramadas con las notas especiadas y balsámicas, tabaco, pimientas y regaliz. 

Sin lugar a dudas este año en botella ha contribuido en su mejora y afinación, como otro más ayudará a una mayor complejidad y comprensión de la añada. 

 

 

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