Iohannes, desde ya si bien se presiente su magnífica evolución...

Si bien no suelo destacar el detalle exterior del vino, con este vino es imposible no hacerlo, destaca en todo, el peso del vidrio, la etiqueta, gran porte y aventura a un gran vino.

Color rojo picota con el ribete rubí, de muy buena capa, es limpio y brillante.
A pesar de tenerlo abierto hace horas es un vino que necesita su espacio para poder mostrar todo lo que lleva dentro, que es mucho. Aún con esas no es nada esquivo, la fruta domina y se erige de forma muy clara, hay desde arándanos a cerezas ambas bien maduras que al tiempo (al día siguiente) se tornan algo más confitadas, llegando a un leve aspecto pasificado. Rico y elegante aspecto especiado, donde la vainilla y la canela se perciben así como la pimienta. Notas tostadas y cremosas de café y cacao junto a una frescura balsámica y a un fino toque reconocible a pimiento asado.

En boca se muestra claro y directo, el tanino se agarra y arrastra un poco al conjunto por su viveza y nobleza, aunque sabe doblegarse ante la acidez y el peso frutal, lo saboreas y lo paladeas, tornándose en sedoso. Hay volumen y puedes morderlo, desgrana lo percibido en la nariz, resuena el eco tostado del café y las pimientas, junto al resto de las especias dulces. Aspecto mineral y algo umbrío, es largo e intenso, se disfruta claramente desde ya si bien se presiente su magnífica evolución, pues tiene todos los ingredientes perfectos para poder hacerlo.

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