Hagan juego señores!!!

Porque con este champagne no es que juegues a una ruleta rusa, sino que juegas mucho con él y te diviertes, porque es fresco, cortante y radical, como dice Gondorff.

La nariz está llena de mineralidad, de polvos de tocador, cítricos, con herbáceos, manzana granny smith, pera de agua, flores blancas, mineralidad otra vez... Y ya de fondo, encuentras algún aroma de levaduras, de panadería. Conforme va ganando temperatura, la mineralidad se acentúa más y la fruta se muestra más madura, con esas notas panaderas jugando con notas más dulces de bollería. Pero la frescura no se va en ningún momento.

En boca tiene una acidez cortante, con una burbuja tumultuosa, pero pequeña y que se funde en el paladar. Cítricos presentes, junto con la fruta blanca de hueso. Balsámicos, esas notas minerales marcadísimas y ese polvo de tocador, se mezcla, cuando sube temperatura, con las notas de panadería y bollería, que le dan un pequeño contrapunto dulce. Flores, matorral y unos sutiles anisados redondean una boca fresca y que te dice que le queda cuerda para rato, pero que ahora es adictivo y delicioso.

Una maravilla de espumoso, que me temía que estuviera más joven de lo que creía (degollado en marzo de 2018), por su burbuja abundante, pero que me ha encantado.

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