La precisión de José Luis Mateo

Dorado limpio y brillante.
Nariz con buena intensidad que sorprende desde un primer momento por no recordar en absoluto a un vino bajo flor, es pura fineza y mineralidad, muy al estilo preciso de los vinos del productor. Tonos florales, frutos secos, un cierto recuerdo cítrico y herbáceo, trazas especiadas. Mucha complejidad.
En boca muestra de nuevo el enorme equilibrio que siempre define estos vinos, muy bien balanceados entre calidez y austeridad. Con una buena acidez y un paso ligeramente graso, largo en el final y dejando recuerdos frutales y minerales, con un curioso toque salino muy característico. Persistente.
Nos encontramos ante una rareza del gran José Luis Mateo, un vino que ha sido un accidente ya que desarrolló flor y fue embotellado con este nombre de “crianza oxidativa” pero que a la hora de la verdad muestra ese estilo tan serio y preciso de los vinos de uno de los mejores viticultores de España. Magnífico.

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