¡Qué bien evoluciona este vino!

Picota cubierto con un ribete que todavía se mantiene carmín. Limpio y brillante.

Nariz potente, compleja y sólida. El abanico cubre prácticamente todos los registros de un vino de estas características. Hay fruta negra en sazón, betún, tinta china, pimienta, regaliz, sangre, tabaco de pipa, tostados, chocolate negro y mineralidad. No decae y acelera en copa que da gusto.

Boca masculina, con una acidez que aguanta como una roca el paso de los años, tanino poderoso y una madera y un alcohol integrados pero aún por pulir.

Final muy largo.

Un titán. Un vino cargado de misterio y poderío que necesita al menos de otra década para que termine de desplegar todo su potencial.

 

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar