Muy bien

Segunda visita al restaurante estrellado de este hotel de costa, pilotado por el chef Quim Casellas. Esta vez quisimos probar el menú degustación de otoño (69€ + bebida) no sin albergar alguna que otra duda inicial tras leer los últimos comentarios en algunas webs. Por suerte, nuestras dudas pronto quedaron disipadas.

Nos recibió como siempre María, en calidad de jefa de sala y nos acomoda en nuestra mesa. Y tras elegir el vino aparecen pronto los primeros aperitivos para ir haciendo boca. Pipas garrapiñadas, bastoncitos de semillas, tomate cherry relleno de bloody Mary y polvorón de nueces. Varios tipos de pan a elegir, a cual más rico.

El primer entrante, una ligera ensalada con unas sabrosísimas gambas de palamos, apenas marcadas a la plancha y perlas de campari. Refrescante, un buen comienzo. Acto seguido, el segundo entrante es uno de los platos para mi más acertados del menú, Gnocci de calabaza con una espesa salsa de setas, sabor a tope, riquísimo. El último entrante (que pedimos que nos cambiaran respecto al que ofrece eñ menú) fue un arroz con sepionas, jabugo, setas y teja de parmesano, un plato muy otoñal, con un punto perfecto del arroz, y plen también de sabor.

La segunda sección del menú comenzó con un rodaballo con salsa verde y judías de ganxet, de nuevo el pescado fresquísimo y al punto exacto de cocción, sin ese aspecto semi-crudo que últimamente prolifera en algunos sitios y que creo no es del agrado de todo el mundo... A mi personalmente me entusiasma el sushi, pero cuando pido un pescado cocinado, lo quiero al punto, no medio crudo. Seguimos con un timbal de Carn d'olla que reunía de forma compactada todos los sabores de este cocido típico (carne de cerdo, butifarra negra, cordero, col e incluso la pasta de la sopa) y que nos transportó a los banquetes en familia que se celebran por Navidad en Catalunya. El último pase salado, un Royal de Cerdo con uva al vino y cebolla encurtida, carne tierna, melosa, cocinada con higado y una salsa oscura y espesa, de esas que te impregnan la boca de sabor durante varios minutos.

La sección de postres comenzó con un helado de naranja, con boniato, zumo de naranja y perlas de naranja sanguina, otoñal y digestivo, para desengrasar la boca tras los dos últimos platos salados. A continuación y para terminar, un postre que no acabé de entender a pesar de tener buen sabor y un acentuado toque dulce, una especie de gominolas y espumas dulces con una tierra de chocolate blanco, quizás lo más flojo de toda la comida. Cafés y panellets de todos los santos a modo de petit fours.

Para beber y tras breve consejo de Alex, el sumiller, una botella de Perelada Gran Claustro 2005 (42€), un vino perfectamente madurado, con una fuerte presencia de fruta negra, compotas y unos toques de crianza perfectamente ensamblados. Un vino serio, rico rico rico servido en unas majestuosas copas Riedel Restaurant, a temperatura inicialmente con un exceso de frío pero que enseguida se equilibró. El servicio, atento en todo momento al rellenado.

En general, todo el servicio funcionó a la perfección, cercano, amable, eficaz y con un timing perfecto entre platos. Finalizamos con gintonics en la terraza y charlando animadamente con Quim Casellas salió a saludar. Personalmente salimos muy satisfechos y con ganas de repetir en próximas ocasiones.

  • Arroz con sepionas, setas y jamón

    Arroz con sepionas, setas y jamón

  • Gran Claustro 2005

    Gran Claustro 2005

  • Gnocci de calabaza

    Gnocci de calabaza

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