Los mejores caracoles del mundo mundial.

Soy de Lleida, cuna de los "caragols a la llauna", pero aunque me pese, he de reconocer que los de Can Barris son los más ricos que he comido nunca. Perfectos de punto, de textura, de sabor, con una salsa impresionante (sí, salsa, no son unos caracoles a la llauna clásicos u ortodoxos) que invita a mojar pan hasta dejar la bandeja como un espejo. Pedimos doscientos para cinco personas (se han de encargar previamente, al hacer la reserva, en múltiplos de cincuenta) porque uno de los comensales no es muy caracolero, pero nos quedamos cortos, hubiésemos seguido comiendo hasta la extenuación. Los segundos platos, más que correctos, y una carta de vinos muy extensa y a precios muy razonables justifican sobradamente la visita a este local. La reserva es imprescindible, y los fines de semana (hacen dos turnos) se llena hasta los topes. Muy buena relación calidad-precio. Pero por encima de todo, lo dicho: ¡olé, vaya caracoles!

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