Siguen progresando

Nueva y deseada visita al Vicus para conocer sus últimas novedades culinarias y las reformas en 2 de sus comedores. Empezare por éstas. Han ganado intimidad, buena iluminación y reducción de la reverberación, al tener los techos bajos, con unos paneles de pequeños trozos de tela que no terminaron de gustarme. Pero sí la reforma en general que invita a una buena experiencia gastronómica.

Carta relativamente corta y excelente propuesta de vinos a precios razonables. Siguiendo mi costumbre de escoger vinos de la zona y aconsejados por Gerard nos inclinamos por un excelente Elitia 2019 de AV Bodeguers, samsó (cariñena) de más de 80 años con 12 meses de crianza en roble francés y una producción limitada a 2000 botellas. Gerard siempre te sorprende con propuestas no muy comunes.

Y vamos a los platos seleccionados. De primero compartimos un canelón de gamba de Palamós, riquísima y veraniega propuesta y un bikini trufado con queso Fermió de La Balda y jamón ibérico, un entrante clásico.

Los segundos, un xai (cordero) xisqueta deshuesado con raviolis de remolacha y queso Uff y un tártar de filete de ternera eco de Cal Tomás. Ambos excelentes, los disfrutamos. 

Nos quedó un pequeño espacio en el estómago para compartir un pastel de limón del huerto con helado de limón.

Han mejorado las instalaciones siendo mucho más cálidas, un servicio joven pero profesional que está a la altura del restaurante y un peldaño más en la propuesta gastronómica ya alta de por si. Relación calidad precio adecuada . El futuro inmediato de Vicus es muy sólido y seguimos viendo sus progresos año a año. Muy recomendable.